domingo, 29 de abril de 2018

Artículos de opinión


 

¿Qué dones llevaron los católicos al Nuevo mundo?

 

Entre los siglos XVI y XIX se realizó una compilación de textos de la civilización maya titulada Chilam-Balam, en la que encontramos magníficos ejemplos de cómo era el punto de vista que los indígenas tenían sobre sus nuevos señores, los conquistadores españoles. Allí se lee lo siguiente: «Debido a la locura del tiempo y la locura de los sacerdotes, junto con el cristianismo ha entrado en nosotros la aflicción. Los cristianos vinieron aquí con su Dios verdadero y así tuvo lugar el principio de nuestra miseria, la obligación de tributar, el comienzo del saqueo, de la esclavitud, de las deudas, el comienzo de la eterna incomprensión y el comienzo del sufrimiento».

¿Pero cómo podían saber los mayas que aquello con lo que se encontraban solo llevaba el nombre de cristiano por encima, pero que no tenía nada que ver con la vida y enseñanza de Jesús de Nazaret?, ¿Cómo podía saber por ejemplo el cacique indio Hatuey que sus asesinos no eran cristianos sino católicos, y que el crucifijo con el cuerpo inerte de Jesús de Nazaret cruelmente asesinado que un monje franciscano sostenía ante su vista cuando ya estaba atado a la hoguera, no era un símbolo cristiano? De hecho los primeros cristianos nunca utilizaron algo así.

Hatuey fue el último cacique superviviente de la tribu de los taínos de Haití, exterminada al cabo de pocos años, y el fraile dominico Bartolomé de Las Casas narró las circunstancias concretas de su asesinato. Hatuey huyó a Cuba donde fue apresado por los españoles. Antes de encenderse la hoguera, el padre Olmedo, con la cruz en la mano, intentó convertirle al supuesto cristianismo, diciéndole que la figura martirizada que tenía ante sus ojos era el verdadero Dios y que si se convertía iría al Cielo, donde imperaba la eterna felicidad, y que si no iría al infierno, al lugar del tormento eterno. El cacique le preguntó entonces si en el Cielo había también cristianos. «Claro que sí», dijo el misionero, «todos los buenos cristianos van allí». El indio no tuvo que reflexionar mucho y dijo que prefería arder eternamente en el infierno, a tener que vivir en el Cielo entre cristianos, los más crueles de todos los hombres.

En este ejemplo vemos como los conquistadores católicos no solo cometieron un genocidio en Latinoamérica, sino también un crimen contra las almas. Ellos transmitieron a los indígenas una imagen infinitamente cruel de Dios y de Cristo, lo que posiblemente sigue teniendo efecto aún en muchas almas después de tantos siglos.

Cuando los conquistadores torturaban y ejecutaban a los nativos, utilizan las imágenes católicas como símbolos cristianos. Ellos colgaban en una amplia horca a trece indios, hombres y mujeres, con los pies en un banco de madera sobre el que a duras penas podían sostenerse de pie, al que prendían fuego de modo que la cuerda iba cerrándose lentamente sobre sus cuellos; y esto para gloria de Cristo y de los doce Apóstoles. ¿Quién es capaz de empujar a seres humanos a cometer tales crueldades? Jamás Dios, el Eterno, el omnisapiente y amoroso Dios creador, tampoco Cristo, el corregente del Cielo. ¿No será más bien entonces el dios de abajo, el dios de las tinieblas, a quien Jesús de Nazaret se refirió en algunas ocasiones con las siguientes palabras: «Yo vengo de arriba, pero vosotros sois de abajo»?

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

Del programa: "El exterminio de los indios de Latinoamérica"

                                                                                        www.radio-santec.com

 

¿Cómo puede un joven sacarle provecho a la vida?

 

En la juventud se suelen hacer planes grandiosos y se suelen tener muchos deseos e ideas, pero si uno se dijera a sí mismo: «Deseo aspirar en realidad a una ética y moral más elevadas, por lo que todos mis deseos, todo lo que en la juventud me mantiene más o menos cautivado, lo voy a poner bajo la luz de la ley de Dios, de las enseñanzas de los Diez Mandamientos y del Sermón de la Montaña». Entonces pronto nos daremos cuenta de que no debemos aprovecharnos de otras personas para nuestros fines, a pesar de que muchos sean de la opinión de que  aprovechar la vida significa aprovecharse de los otros para beneficio propio.

Si ponemos no obstante todos nuestros deseos, nuestros pensamientos, nuestros planes de altos vuelos bajo la luz de los Diez Mandamientos y del Sermón de la Montaña, como jóvenes nos daremos cuenta muy rápidamente que estamos aprendiendo a sopesar nuestros deseos. Los jóvenes descubren en el Sermón de la Montaña y también en los Diez Mandamientos que no se trata de dejarlo todo, ni prescindir de todo, ni de vivir con una privación tras otra. Los Mandamientos y el Sermón de la Montaña bien entendidos son una ayuda para sopesar y sintonizar nuestra vida. Nos ayudan a emplear nuestra existencia terrenal de manera útil, de tal manera que aprovechamos nuestra vida. Aprovechar la vida significa no aprovecharme de los demás para mi beneficio, sino aprovechar las leyes de Dios para sacar provecho de la vida que Dios me ha regalado.

 

Mª José Navarro (24764815W)

De la publicación. "El joven y el profeta"

www.editorialgabriele.com

 


domingo, 22 de abril de 2018

Artículos de opinión


¿Es seguro que la tecnología esté al alcance de los niños?

 

 

Tras una separación matrimonial, en la mayoría de los casos uno ya no se contenta con estar solo por mucho tiempo, puesto que aquí y allá ya nos está haciendo señas una nueva propuesta; puede tratarse de un nuevo compañero de vida que uno ha encontrado en su trabajo, o de una nueva compañera que en un acto social hizo que se encendieran los sentidos del hombre. Actualmente los riesgos se aceptan rápidamente con gusto.

Si del matrimonio habían nacido hijos se hacen los compromisos habituales, o bien se quedan con la madre o con el padre, o se encarga a los abuelos que cuiden de los niños. En la mayoría de los casos el uno o el otro progenitor puede visitar a los niños de vez en cuando. La generosidad de ambos progenitores encuentra su expresión en la promesa mutua de seguir ocupándose de los hijos. Sin embargo para esos niños que dejan tras de sí esto significa que a ellos solo pueden dedicarles el limitado tiempo restante, porque ambos progenitores ahora viven solos. Como sustitutivo de la vida familiar los pequeños han de acudir entonces a un jardín de infancia. Si el hijo ya va a la escuela, el tiempo de estar solo esperando a que los padres vuelvan del trabajo se salva con el «sustituto» llamado televisión.

Cuando el niño ha alcanzado cierta madurez no se contenta ya únicamente con la televisión, pues como complemento están a disposición Internet, los juegos de PC, etc. En esa tortura a la que están expuestos muchos niños, tampoco hay ya amistades infantiles como hace algunas décadas, cuando la camaradería aún tenía un valor. Actualmente si los niños hacen amistades, sus conversaciones giran sobre todo en torno a lo que ofrecen la televisión, Internet y el PC. Algún tiempo después esos fantasmas, las secuencias de imágenes de la televisión, Internet o la consola de juegos, incitan a trasladarse a una realidad imaginaria que el joven quiere entonces probar. Esas influencias pueden inducir a los jóvenes a cometer acciones irreflexivas y violentas que pueden tomar un rumbo criminal, tal como en muchos casos se ve en las escuelas, en las calles, en el metro y en muchos otros lugares.

Este penoso estado de cosas de la sociedad actual no se puede atribuir, sin embargo, exclusivamente a los padres, ni tal vez incluso a los jóvenes. La responsabilidad de esta evolución de las cosas la tienen más bien en primer lugar las Iglesias, luego los gobiernos, que en nuestra sociedad muchas veces se llaman «cristianos» y hablan de valores, y en definitiva también la tiene cada uno de nosotros, puesto que toda persona está dotada de entendimiento. Por tanto no miremos exclusivamente a los demás a la hora de buscar culpables. Si de hecho ni las Iglesias ni los gobiernos ni los padres han sido interlocutores válidos en dar apoyo al niño para que éste desarrollara buenas raíces para la vida, ¿cómo podría haber desarrollado esa persona, que ahora es adulta, valores éticos y morales durante la infancia y la juventud? No deberíamos tomar a ningún ser humano como ejemplo. Solamente hay Uno que puede ser nuestro ejemplo a seguir, que nos enseñó la ética y la moral más elevadas y las vivió dando ejemplo: Jesús de Nazaret.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "Déjate guiar"

www.editorialgabriele.com

 

¿Por qué los animales huyen de nosotros?

 

 

 

Para la mayoría de seres humanos se ha convertido en algo normal el que los animales huyan de nosotros, sin embargo pocos se han hecho alguna vez la pregunta de por qué pájaros, ratones, cervatillos, liebres, al fin y al cabo todos los animales, huyen de nosotros, ya sea en la selva, en el desierto o en nuestros bosques y campos, lo que parece para nosotros totalmente normal, lo vemos como un comportamiento natural, como dado por la naturaleza, pero ¿con qué justificamos esto?

 

La naturaleza y los animales forman una unidad y están unidos entre sí comunicativamente. A miles de kilómetros de distancia un animal sabe del otro, siente si al otro le va bien o si está sufriendo. Esa comunicación invisible ha sido demostrada de forma experimental.

 

Cuando Dios confió a los hombres la Tierra, es decir la puso bajo su protección, les enseñó las leyes de la vida, en las cuales están contenidas las leyes de la naturaleza. Dios exhortó a tratar a los animales, plantas y minerales según Sus leyes del amor y unidad y a no matar intencionadamente a ningún animal. Jesús de Nazaret enseñó en Su Sermón de la Montaña y también en los últimos 40 años a través de la profecía dada en el tiempo actual, el camino para el refinamiento de los sentidos, para que el hombre deje paulatinamente de comer carne y se alimente de aquello que la Tierra está dispuesta a darle con gusto. Los frutos de los campos, cereales, verdura, e hierbas regalan lo que el hombre necesita para mantener sano su cuerpo, que es un cuerpo de la naturaleza.

 

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

Del programa: "El asesinato de los animales es la tumba de los hombres"

www.radio-santec.com

 

 

domingo, 15 de abril de 2018

Artículos de opinión


 

La naturaleza nos regala alegría, nosotros le devolvemos dolor

 

Las personas sin sentimientos por la vida y sin conciencia piensan y actúan como robots. Con esas formas de comportamiento destruyen de múltiples maneras todo lo que no les resulta de utilidad ni les sirve. No tienen consideración con la vida de sus semejantes, ni mucho menos con la vida de la naturaleza y de los animales, con la madre Tierra.

Hoy experimentamos que los seres humanos de muchas generaciones, incluidos los de la generación actual, son la prueba de que solo hablar de la protección de la diversidad de las especies y del mundo animal no trae nada. Tampoco trae nada cuando los denominados amigos de la naturaleza informan sobre la belleza de la naturaleza y del mundo animal, sobre su variedad y su colorido. La palabra del hombre aporta poco cuando no está acompañada de la preocupación y ayuda por nuestro prójimo animal, por nuestros hermanos de la naturaleza, los árboles, los arbustos, la hierba, las flores y los animales. En todas las enumeraciones que hacemos en relación a los reinos de la naturaleza no podemos olvidar a los minerales ni tampoco a las fuerzas elementales, el agua, el viento, el fuego, el sol. Todo pertenece a la unidad universal, al amor y a la sabiduría de Dios, que también es el espíritu de la naturaleza y de los elementos.

Si somos sinceros nos preguntaremos con qué frecuencia hemos ido por el bosque o por prados o por un sendero del campo con bonitas ondulaciones y pensamos o dijimos: ¡Qué bonito es estar en el bosque! ¡Que tranquilidad!, a pesar del canto de los pájaros, o precisamente por el canto y la alegría de los pájaros. O nos sorprendemos de los majestuosos y viejos árboles que soportan al viento, la tormenta, el frío y el calor, y a pesar de ello crecen y dan frutos. O vemos corzos que saltan veloces, liebres, zorros, jabalíes o gráciles ardillas. Pensamos y decimos: "Cuán bello y agradable es todo esto". Sin embargo ¿qué llevamos con nosotros al bosque, a los prados, a los caminos y a los campos? Nuestras preocupaciones y problemas, nuestra irradiación gris que solemos maquillar con palabras bonitas, por ejemplo diciendo: "Qué bonito y agradable es todo, cuán bello y relajante fue el paseo".

Sin embargo al día siguiente expresiones de este tipo ya no son tan importantes porque nos volvemos a ocupar de nosotros mismos, con lo que llevamos con nosotros durante el paseo: nuestro propio ego gris con frecuencia sombrío. O vemos y escuchamos la televisión o leemos en el periódico como a los animales, que en el fondo son seres de la libertad, se les mantiene en establos, como se les cría para la producción de carne, qué es lo que reciben de comida, cómo se les mantiene durante el transporte, o cómo se les dispara con el perno mortífero para después trocearlos. O bien cómo se les maltrata y tortura mientras se experimenta con ellos.

Quizás tengamos en nuestros labios algún buen consejo de cómo se deberían comportar los demás, pero ¿cómo nos comportamos nosotros? Preguntémonos: ¿Entablamos comunicación con el pajarillo que en primavera construye el nido para sus crías y que expresa su alegría en el canto y el júbilo que se merece el Creador? ¿Percibimos el lenguaje del Creador a través de los árboles y de las flores? ¿Percibimos en lo profundo de nuestra alma lo que nos transmiten el zorro, el ciervo, la liebre, el jabalí o la ardilla? ¿Percibimos el lenguaje del viento, del fuego, del agua y de la Madre Tierra?

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

De la publicación: "Palabras de oro"

www.editorialgabriele.com

El estado de la Tierra refleja el estado del hombre

Los cuatro elementos forman el sistema de respiración de la Tierra. Si este ritmo regular es perturbado por el ser humano, con el correr del tiem­po todo el organismo terrestre será altera­do. A raíz de esto tanto los campos magnéticos de la Tierra, como las corrientes magnéticas se­rán influenciados. Y a su vez cada cambio en la Tierra produce un cambio en el ser humano, en el mundo ani­mal, vegetal y mineral.

Lo que sucedió en tiempos remotos sucede tam­bién actualmente: quien altera las siete fuerzas básicas del infinito por medio de pen­sa­mientos erróneos y de un modo de actuar contrario a la ley, crea disonancias no sólo en la Tierra sino también en sí mismo.

Las constantes interacciones, las disonancias en todas las formas de vida tu­vieron influencia en el curso del tiempo en los seres humanos, en los reinos de la natu­ra­leza y en todo el sistema solar. Debido al comportamiento contrario a la ley, por el cual se abusó y se abusa de las fuerzas cósmicas, se produjeron agrietamientos polares, erupciones y cosas semejantes. La Tierra no se tranquilizó ni ha llegado a tranquilizarse inclu­so en el tiempo actual.

Quien interviene en las leyes cós­micas y las altera, crea disonancias en todos los planos de vida de la Tierra. Debido a que cada pensa­mien­to, cada palabra y cada acto es energía y como ninguna energía se pierde, tanto la positi­va como la negativa, recaerá entonces sobre el cau­sante, o sea sobre el hombre y sobre su alma.

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "Catastrofes, cataclismo y muerte"

www.editorialgabriele.com

domingo, 8 de abril de 2018

Artículos de opinión


 

¿Por qué tenemos tan poca comunicación con los animales?

 

 

 

 

No deberíamos olvidar que los animales tienen un instinto muy sensible, una capacidad de percepción muy sensibilizada; ellos olfatean nuestra aura. Por lo tanto si decimos: "Me dirijo a los animales con amor", entonces nos tenemos que preguntar si está nuestra aura como para que el animal pueda percibir la denominada "imagen de olfateo" correspondiente. Si por ejemplo con nuestros semejantes somos desvergonzados, malévolos y envidiosos, eso es un olor determinado. Esto lo perciben los animales y huyen de nosotros, aunque digamos: "Si, si, nos tenemos que dirigir a los animales con amor".

 

Deberíamos preguntarnos por qué tenemos tan poca comunicación con nuestros hermanos pequeños, los animales y las plantas. ¿Qué es lo que hay entre ese gran ser espiritual en nosotros y nuestra calidad como ser humano? ¿Qué se interpone entre ambos? ¿Queremos continuar así o queremos desarrollar de una vez por todas la gran Comunicación universal, indagando en nuestro ego pequeño y netamente humano, en nuestra sabiondez?

 

¡En nosotros lo tenemos todo! Hagámonos la pregunta de por qué hoy en día a los animales se les tortura, se les maltrata, se les mata por cientos de miles, se les asesina y luego se les quema de esa manera. ¿Por qué? Porque el ser humano es un camarada brutal y cruel al que ya no se le puede calificar de ser humano. Es un ser cruel y perverso que solo tortura, que solo maltrata, que solo destruye. ¿Estamos contentos con esto?

 

No podemos decir que así son los otros. Es preciso que digamos que tenemos que lograr un mundo mejor. Tenemos que ayudar a la Tierra. Y eso solo lo podremos hacer cuando indaguemos en nuestros aspectos humanos pecaminosos y los eliminemos.

 

Nuestros hermanos pequeños nos necesitan. Si vamos por el bosque, pensemos que los animales son nuestros hermanos pequeños, los árboles son nuestros hermanos pequeños. Si vamos al jardín pensemos en fomentar la comunicación con la naturaleza, con los animales, con los minerales. Y no olvidemos en la noche, cuando brillan las estrellas, que también en ellas está la fuerza del Espíritu de Dios y con ello también la fuerza en lo profundo de nuestro cuerpo anímico. También los planetas, todas las fuerzas puras de los planetas están en el cuerpo espiritual. O sea que ya no tenemos que pensar tanto sobre nosotros. ¡En todas partes está la vida!

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "Palabra de oro de la sabiduría de Dios"

www.editorialgabriele.com

 

El ser humano no es un producto del azar

 

 

Para el afamado científico Hans Peter Dürr lo inmaterial no es lo contrario de lo material, pues tal como él mismo afirma, todo es la respiración de Dios. Dürr describe la formación de lo material diciendo que partes de esa respiración se van volviendo rígidas formando así lo inerte. Sin embargo lo esencial es siempre aquello que se denomina "respiración". Esta respiración de Dios de la que habla Dürr nos lleva ineludiblemente a la conclusión de que ha de haber una realidad en forma de Espíritu Universal a la que podemos también llamar Dios. Por sorprendente que nos parezca, los científicos han encontrado a Dios. Dürr dice: "Somos justamente un mar que por sí mismo no es material; sobre él se acumula prácticamente la materia; Esto significa que la materia es como la escoria del Espíritu".

 

Para muchos profanos en la materia, también para muchos incrédulos, ateos, incluso agnósticos, en definitiva para cada persona, los concluyentes descubrimientos de Dürr deberían hacernos reflexionar: Pues ya no somos productos del azar o de la casualidad, y tampoco existe un Dios lejano en un lugar concreto del cielo sino que ese gran Espíritu es la fuerza espiritual que lo traspasa todo. El conocido Nóbel de física Max Planck ya habló de una fuerza tal que pone en vibración todas las partículas atómicas y las mantiene unidas. La existencia de un ser espiritual muy elevado era para él una conclusión de sus investigaciones y el resultado de las mismas.

 

Mª José Navarro (24764815W)

Del programa: "La profecía y las ciencias naturales"

www.radio-santec.com

 

 

domingo, 1 de abril de 2018

Artículo de opinión


Dios está siempre presente. No podemos huir de Él

Sin la relación con Dios no podremos cultivar ninguna auténtica hermandad, ninguna comunidad verdadera con otras personas. Donde falta la relación con Dios siempre hay disputas, porque cada cual desea ser el más grande.

Primero deberíamos esforzarnos por tanto en alcanzar la relación con Dios. Cuando hayamos despertado a la felicidad interna, también llegaremos a una auténtica comunidad con personas afines. Naturalmente que deberíamos cultivar la relación con nuestros hermanos y hermanas, pero el primer paso siempre es la relación con Dios, porque solo entonces existe entre las personas afines la orientación que une internamente, y por consiguiente la comunicación correcta. Ir con Dios a través de nuestros días significa estar orientados a Él dondequiera que estemos, hagamos lo que hagamos. Si conseguimos incluir a Dios en el trabajo, nos resultará fácil llevar esto a cabo.

Deberíamos acostumbrarnos a incorporar al Espíritu del Cristo de Dios en nuestra vida consciente, y a mantener la comunicación con Él, dirigiéndonos a nuestro interior más profundo en agradecimiento por la orientación, en agradecimiento porque nos va bien. Si la consciencia del agradecimiento se ha vuelto viva en nosotros, cuando se haga inminente una situación crítica llamaremos a tiempo a Cristo en nosotros y Le pediremos ayuda. ¡Él no se hace esperar!

El que ve en profundidad, el que ama a Dios, vive en la consciencia del agradecimiento. Si nuestro amor a Dios todavía no es tan grande ni tan constante, el agradecimiento nos ayuda a afianzarnos en la orientación a Él y a arraigarnos en la consciencia de la filiación de Dios. Cuando nos demos cuenta de que en un momento determinado estamos lejos de Dios, debido a nuestros pensamientos humanos pecaminosos, no nos apartemos por completo de Él. Hagámonos esto presente: nuestro Padre eterno sigue estando de nuestra parte. Él está presente para nosotros, ¡Él nos ayuda a volver a salir de nuestros aspectos humanos negativos! Si logramos acopiar la grandeza para agradecer a Dios por mostrarnos en qué puntos reside nuestra parte humana, en nosotros despierta el valor y la fuerza para afrontar con Cristo lo netamente humano y purificarlo.

Si solo miramos hacia nuestra ley personal hacia nuestro problema, y hablamos mucho sobre ello, no activamos la fuerza interna, la fuerza de Dios. Dios está siempre presente. En cuanto Le pedimos o Le damos las gracias de corazón por haber reconocido un aspecto negativo que deseamos purificar con Él, con Su ayuda, estamos dirigiéndonos también a lo divino en nuestro problema. Con ello establecemos una comunicación con lo divino en el problema. Lo divino se vuelve de este modo incrementadamente activo y nos muestra los caminos para que podamos solucionar el problema o la dificultad. El agradecimiento contiene la afirmación de lo divino en todo, y hace que lo positivo se despierte, se incremente y se afiance.

Retiremos una y otra vez nuestro yo y afirmemos en todo la presencia de Dios, y pidámosle ayuda, entonces Él nos dará apoyo si queremos cumplir seriamente Sus leyes. Dios está siempre ahí. No podemos huir de Él: Él está en nosotros. Él está en cada situación, en cada palabra, en cada gesto, en cada movimiento, en cada paso. Dios es siempre lo positivo, siempre lo bueno. Él desea permanentemente lo mejor para nosotros. Si somos conscientes de que Dios desea siempre lo mejor para nosotros, también nos confiaremos cada vez más a Él. Le pediremos ayuda, consejo y apoyo. Él cumple a Su hijo la petición legítima. Y esto quiere decir: si queremos cumplir Sus leyes, podemos estar seguros de que Él nos conducirá; Él nos ayuda; Él nos servirá.

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

De la publicación: "Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret"

                                                                                                                                                                          www.editorialgabriele.com