viernes, 30 de marzo de 2018

Artículo especial del viernes santo


 

El regalo de Jesús en el Gólgota ha sido la victoria

 

 

 

Para Jesús de Nazaret no fue necesario presentarse en opulencia y lujo ante los hombres, pues Él es el Corregente de Reino de Dios. Sin embargo la presencia sencilla y humilde de este gran hombre impidió, y todavía sucede en la actualidad, valorar qué elevadísimo ser estuvo entre los hombres en la Tierra qué elevada tarea llevó a cabo en beneficio de la creación.

 

El terrible e indigno camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Gólgota, no habría sido necesario si las personas lo hubieran reconocido y acogido,  pues todo podría haber sido de otra forma. Pero como las personas cargaron su alma cada vez más por su manera contraria de pensar, sentir y actuar, tuvo que intervenir el reino divino y Su venida fue necesaria, más no Su muerte atroz. El Espíritu libre y eterno, Dios, no quita a sus hijos el libre albedrío, Él no nos obliga a cambiar, no castiga ni sanciona, tampoco ha dispuesto un lugar para la condenación eterna. Tales ideas nacen de las religiones externas que antepusieron el culto pagano a la palabra de Dios y permitieron el barbarismo.

 

Jesús de Nazaret es el camino del amor a Dios y al prójimo. No importa que sentimientos, emociones, pensamientos o actuaciones tenga el hombre, en lo más interno de su alma está protegido por el gran amor de Dios, por la luz redentora que nos donó Su hijo. La palabra de Jesús "Seguidme" es la llamada de Su amor y golpea incesantemente en nuestra alma y nos insta a que pongamos en orden todo lo que hacemos contra la vida, contra la ley del amor y cumplamos Sus maravillosas enseñanzas

 

Jesús dijo: "Nadie llega al Padre sino a través de Mí", Cristo es el camino, la verdad y la vida, El es la fuerza redentora en nosotros y con ello la luz que ilumina el camino a la casa del Padre. Por lo tanto la festividad de Semana Santa, acaparada para sí por las religiones de culto, más bien parece que quisiera desacreditar el verdadero significado del acto redentor de Cristo. Las festividades eclesiales tradicionales reflejan no sólo el desconocimiento del modo de pensar institucional, sino que da la impresión que pretendieran ridiculizar el acontecimiento de la redención.

 

El cadáver maltratado y vejado en la cruz del Gólgota es expuesto en las Iglesias y año tras año procesionado en miles de ciudades de todo el mundo. El cadáver en la cruz es también mostrado en muchas aulas, oficinas públicas, sin embargo la imagen del crucificado es el símbolo de la derrota, y la cruz sin el cuerpo es el símbolo de la victoria. ¿Y quién sino el adversario de Dios tendría tanto interés en exponer el cadáver de Jesús colgado en la cruz durante 2000 años?  Jesús no constituye el trofeo de las maquinaciones satánicas, todo lo contrario, El venció ante la intención de las tinieblas de disolver la creación de Dios. Con Sus palabras "Está consumado" regaló a cada alma y hombre una parte de Su herencia, la chispa redentora, que posibilita a cada uno regresar de vuelta al hogar eterno, y protegió así de la disolución a toda la creación, tanto a las almas cargadas de los seres humanos como a los ámbitos de la creación de la existencia divina, la cuna del Reino de Dios.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

Del programa: "Cristianismo, paganismo, barbarismo"

www.radio-santec.com

miércoles, 28 de marzo de 2018

Artículo especial de Semana Santa


 

 

¡Yo permanecí en Mi Padre, y el Padre permaneció en Mí!

 

 

Millones de personas en la actualidad se llaman cristianas, pero pocos piensan sobre qué significa la Resurrección. Jesús de Nazaret hace 2000 años dijo: "Mi Reino no es de este mundo". (Juan 18, 36). Y continuó diciendo: "En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo hubiera dicho". (Juan 14,2). Entonces ¿por qué tantas personas que se autodenominan cristianas no se comportan en vida, de modo que al fallecer puedan recorrer el camino hacia las moradas celestiales?, ¿quizás porque existe la creencia generaliza de que la absolución del cura es el pasaporte directo al cielo?, ¿tal vez porque san Pablo dijo: con la sola fe basta? Lo cierto es que la fe activa, es decir la fe que es realizada en la vida diaria según los Diez Mandamientos de Moisés y el Sermón de la Montaña de Jesús, es la que nos conduce a través del esfuerzo diario a las cercanías de Dios. Si la sola fe bastase ¿por qué dijo entonces Jesús: Volveos perfectos como perfecto es vuestro Padre en el Cielo?

 

Las palabras de Jesús de Nazaret una y otra vez indicaban que nuestra alma vive eternamente, y que según lo que ella misma ha introducido en la ley de siembra y cosecha, conformará y determinará el lugar dónde se encontrará en el Más allá. Cristo desea resucitar en nosotros, pero Su fuerza sólo puede incrementarse y sernos de ayuda si nos esforzamos en vivir según los Mandamientos de Dios y Sus enseñanzas, para que como Sus hijos puros podamos regresar a las moradas que Dios nuestro Padre eterno tiene preparadas para nosotros, a Su Reino que no es de este mundo. Eso es el verdadero cristianismo.

 

Jesús de Nazaret dijo: "Aún tengo muchas cosas tengo que deciros, pero ahora no podríais entenderlas. Cuando venga aquel, el Espíritu de la Verdad, Él os guiará a toda la verdad". (Juan 16,12) Esta promesa se está cumpliendo desde hace más de 40 años, porque el Cristo de Dios resucitado ha tomado a una persona y la ha instruido para ser Su mensajera y profeta. A través de ella, Gabriele, el Espíritu del Cristo de Dios ha traído al mundo toda la verdad del Infinito a través de miles de manifestaciones de Dios y horas de enseñanza. Actualmente a través de personas que cumplen cada vez más Su voluntad ha surgido una obra mundial, la obra del Cristo de Dios resucitado, Vida Universal. Así que podemos decir que el Cristo de Dios resucitado ha venido a la humanidad de hoy en día. "Quien tenga oídos que oiga. Quien lo pueda captar que lo capte" (Mt 11, 15) Estas palabras de Jesús de Nazaret también son válidas en la actualidad.

 

¿Y especialmente en Semana Santa quien no se ha preguntado por el sentido de la vida de Jesús de Nazaret, de su crucifixión y resurrección? En un extracto de la grandiosa Manifestación de Cristo Esta es Mi Palabra Él mismo explica el acontecimiento de Su ejecución. Y dice literalmente: "Todo esto lo soporté para que la Redención pudiera venir a todas las almas y hombres –a los lugares de purificación y a este mundo–. Las tinieblas calumniaron a Mi cuerpo físico, se burlaron de él y lo mataron, pero lo que con eso querían conseguir no lo consiguieron, es decir separarme de Dios haciéndome dudar de Él. Yo permanecí en Mi Padre, y el Padre permaneció en Mí. De este modo glorifiqué al Padre en Mí. Y así vino a este mundo la gloria del Padre como luz de la Redención a través de Mí, el Cristo. Y nadie puede apagar esta luz del mundo".  (Cap 82, 17-19)

 

Este don, la Luz redentora, es la Luz de Cristo en nuestro interior, y desde entonces sirve de apoyo para todas las almas y seres humanos. Su Luz redentora en cada alma y hombre es la seguridad para el camino de regreso a la casa del Padre. Por ello Jesús, el Cristo, nos enseñó a las personas que Él es el Camino, la Verdad y la Vida y que no hay camino que vaya al Padre eterno que no vaya a través de Él. Cristo es por tanto el sustento en el alma y con ello el camino hacia una vida feliz, plena y llena de satisfacciones.

 

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

            Del programa: "Semana Santa"

www.radio-santec.com

 

lunes, 26 de marzo de 2018

Artículo especial de semana santa


 

¿Es tan importante representar el dolor y la muerte de Jesús?

 

 

Las instituciones que se denominan Iglesias y sus creyentes han conmemorado durante 2000 años la pasión y muerte de Jesús y también celebran la resurrección del Cristo de Dios, pero se han preguntado por qué año tras año simbólicamente vuelven a subir a Jesús a la cruz para crucificarle de nuevo. Si la cristiandad fuera plenamente consciente de que Cristo vive en cada uno de nosotros, no haría falta representar tanto dolor, ni la cruxifición, ni la muerte de Jesús, pues El, que ha resucitado, no necesita ninguna representación simbólica, El ya vive en nosotros. Sin embargo, la gran mayoría de entre los llamados cristianos siguen venerando al dios externo, es decir al dios de las iglesias, y pocos han aceptado y cumplido las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Muy pocos han llevado al mundo al gran Portador de la paz como un mensaje real de amor, de paz y de unidad. La mayoría de los llamados cristianos sigue crucificando cada día al Cristo de Dios.

 

Su enseñanza de la paz, de la unidad, del amor, de la reconciliación,  es predicada de vez en cuando en las Iglesias, pero en primer plano están los dogmas, los ritos, los sacramentos, toda la enseñanza eclesiástica como tal. Pero Jesús de Nazaret nunca fundó una iglesia de piedra, jamás habló de dogmas, ni tampoco de sacramentos, Él no nombró curas, obispos o cardenales, pues Él fue un hombre del pueblo y no un hombre de iglesia. No obstante los dogmas se han adornado con las enseñanzas de Jesús, mezclándose de tal forma que para muchos creyentes es muy difícil distinguir qué es qué, es decir, qué es cristiano y qué es católico.

 

Jesús de Nazaret también nos enseñó la reconciliación y la paz. Él, el príncipe de la paz, dijo: «Envaina tu espada, pues quien a espada mata, a espada muere» (Mt 26, 52) ¿Y que sucede en la actualidad? Las enseñanzas de Jesús de Nazaret que son la Buena Nueva del amor de Dios, de la paz y de la unidad, no han sido llevadas realmente al mundo por la Iglesia, sino que sus representantes han traído todo lo contrario, infundiendo miedo y horrores, lo que hoy día todavía es así. Pensemos en el mensaje amenazador de la condenación eterna, en el infierno, en los pecados mortales, en los anatemas, en las excomuniones y en las guerras santas. Todo esto ha creado a lo largo de generaciones la imagen de un dios castigador, que nada tiene que ver con el verdadero Dios del amor y de la misericordia. De una forma simbólica Jesús vuelve a ser crucificado a cada momento.

 

 

Mª José Navarro (24764815W)

Del programa: "Semana Santa"

www.radio-santec.com

viernes, 23 de marzo de 2018

Artículo especial de semana santa

 

¿Cuál fue el sentido de la vida de Jesús de Nazaret?

 


A través del acto redentor de Jesús de Nazaret en la cruz, se evitó una disolución ulterior de todas las formas. Cristo no murió como un cordero de sacrificio para un Dios iracundo, como lo exponen las Iglesias, sino que Él murió en la fidelidad de Su tarea ante el Padre, porque los hombres no aceptaron Su mensaje. Y para evitar que continuara un desarrollo de la humanidad hacia lo inferior, Él puso Su amor en forma del destello redentor a disposición de todas las almas y hombres. De este modo Él concedió a cada hombre y a cada alma la fuerza para regresar libremente a Dios.

 

Los seres divinos que se habían puesto contra Dios, querían la disolución de todas las formas creadas por Él, es decir, de todos los seres divinos, de la naturaleza celestial, de los planetas en los que viven los seres espirituales. Querían que todo lo creado regresara a la corriente original, de la cual el Eterno creó formas espirituales, divinas, puras, –ley divina eterna del amor que tomó forma. ¿Y por qué querían eso? Porque no querían ser hijos de Dios, sino ellos mismos querían ser Dios, omnipresentes y creadores.

 

Pero Cristo nos ayuda a cada uno de nosotros, enseñándonos una y otra vez a tomar en cuenta los Mandamientos de Dios, a reconocer en su profundidad Sus enseñanzas en el Sermón de la Montaña, para irnos así purificando y volver al origen, al Hogar eterno. Su tarea no fue borrar simplemente nuestros pecados.

 

Es muy consolador para nosotros los seres humanos que después de la vida terrenal –en tanto se hayan cumplido los Mandamientos y las legitimidades de Dios– el alma pueda emprender el regreso al Hogar, pues Cristo también nos prometió: «En casa de Mi Padre hay muchas moradas. Si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros». (Jn 14,2)

 

Las viviendas en el Hogar están por lo tanto libres y nuestras familias espirituales nos esperan. Tienen ansias de volver a vernos; anhelan la gran unidad cósmica en la Casa del Padre. Y la Casa del Padre es el infinitamente grande Reino de Dios. La fuerza de Dios nos irradia; por eso vinieron una y otra vez los profetas y enseñaron a los seres humanos lo siguiente: «¡Cambiad vuestro comportamiento! ¡Dirigíos a Dios que es el amor. El Padre os ama. Él ama a Su hijo creado!».

 

Él sería un Dios cruel si nos castigara y enviara a la condenación eterna. Pero no, Él es nuestro Padre, que nos ama. Somos nosotros mismos quienes nos maldecimos dirigiéndonos a ámbitos oscuros de la existencia, a la lejanía de Dios mediante nuestros propios pensamientos, palabras y actos oscuros, que son contrarios a la ley de la vida, a nuestra verdadera herencia divina, que es amor desinteresado. Pero esta oscuridad surgida por culpa propia tampoco será eterna, pues una condenación eterna no existe. Tal vez haya una larga y miserable existencia en tanto prefiramos las sombras. Pero Dios es luz. Luz es amor y amor es calor, eso es Dios, nuestro Padre. Él nos ama y nos llama y por eso nos envió a Su Hijo, el Corregente de los Cielos.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

Del Programa: Semana Santa

www.radio-santec.com

 

domingo, 18 de marzo de 2018

Artículos de opinión


¡Retira tu yo! Consigue una respiración profunda

La imagen de los Cielos, así nos dice el Señor en Sus grandes enseñanzas cósmicas, es la verdad, el Yo Soy. Si afirmamos esto en nosotros, porque en lo más interno de nosotros está el Yo Soy, porque nosotros somos el templo del Espíritu Santo, alcanzamos paulatinamente el sosiego y obtenemos seguridad interna, que paso a paso nos permite reconocer los problemas, las cosas y los acontecimientos a la luz de la verdad.

La vida en Dios nos da seguridad. La persona que solo mira hacia lo externo es inestable e insegura. Vive constantemente en el miedo de que su prójimo pudiera engañarle. Es recelosa, desconfiada y está llena de dudas. El conflicto con el miedo y con su propio mundo de ideas y conceptos no le deja descansar. Está por lo tanto aprisionada en su miedo que le sugestiona: "yo quiero" y "yo tengo que". Pero quien vive cada vez más en Dios vive cada vez más en su interior, donde habita la luz de la verdad, y así aprende a ver en profundidad. Cuando ha aprendido a ver en profundidad en todo afirma toda la ley, la totalidad, y la totalidad, la Ley eterna, también le ayudará y le servirá.

Mientras miramos hacia nuestros aspectos netamente humanos, movemos nuestras preocupaciones, dificultades y problemas, seguimos agitados y nuestra respiración es corta. Por eso deberíamos proponernos la siguiente tarea permanente: ¡Retira tu yo!, ¡No reacciones inmediatamente. Deja que lo escuchado llegue a tener efecto en ti. Tan solo entonces habla u obra! Si afirmamos en cada explicación, en cada palabra toda la ley, la vida interna, muy pronto notaremos que respiramos más sosegada y profundamente. A causa de la respiración más sosegada y profunda, sentiremos también la amplitud en nosotros, el hálito de libertad.

Parecidas experiencias podemos obtener cuando al "yo quiero" le contraponemos la voluntad divina. El "yo quiero", el ser humano, siempre presiona. Él presiona y presiona, quiere y quiere, y lo que al final resulta de ello es: "ahora tengo que tenerlo, ahora tengo que imponerme, ahora esto tiene que ser como yo quiero". De ahí resultan la codicia, la envidia, la intolerancia, el afán de dominio y la enemistad.

Si afirmamos que en nosotros y en nuestra vida se haga la voluntad de Dios, y nos entregamos a Su conducción, en el instante de entregarnos a Él nos sosegaremos, y nuestra respiración se hará más profunda. Por medio de una forma de comportarnos legítima nos volvemos soberanos. Sabemos evaluar correctamente a las personas y situaciones, sabemos qué hay que hacer o dejar de hacer; vamos al encuentro de nuestro prójimo con respeto y somos imparciales. Estamos por encima de las cosas.

El sosiego y la soberanía aportan también una confianza íntima para con Dios. Nos confiamos a Dios porque Dios sabe acerca de todas las cosas. Él solo quiere lo mejor para nosotros. Él está permanentemente cerca de nosotros. Él, la poderosa ley, el amor y la justicia está siempre con nosotros. Dios es el que escucha en el interior, quien lo percibe todo. Si el corazón del hijo habla al gran corazón del Padre, la unidad y el amor llegan al ser humano, porque el corazón de Dios da incesantemente.

                                                                  Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

De la publicación: "Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret"

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La emancipación de la mujer ha beneficiado al hombre

 

 

¿Cuánto trabajan en realidad los hombres y cuánto las mujeres y a cambio de qué salario? Las mujeres además de su trabajo realizan prácticamente solas las labores del hogar, y en muchos sectores cobran menos, y no por una peor formación, ya que en esto hace mucho que adelantaron a los hombres, sin embargo en los más altos peldaños de las carreras profesionales son los hombres los que alcanzan mejores posiciones. Por lo tanto las mujeres trabajan más, aunque están peor pagadas.

 

La emancipación que debería haber aportado a la mujer más libertad, en realidad ha beneficiado una vez más al hombre. Pues éste ya no carga sólo con la responsabilidad de alimentar a la familia, pero a la inversa no ha sido igual porque ellas siguen ocupándose de las tareas domésticas y de los hijos además de trabajar fuera, y no era eso lo que se pretendía. Ahora las mujeres no están tan oprimidas, pero están sobrecargadas de trabajo.

 

En el occidente cristiano las iglesias han tenido mucha culpa en relación a la discriminación y menosprecio de la mujer. De hecho aún mantienen a verdaderos machistas como santos, un claro ejemplo es Tomás de Aquino, quien definió a las mujeres como seres sin alma y como la puerta del infierno para el hombre. ¿No es hora ya de que la iglesia pida perdón a las mujeres y revise a sus "santos" cuyas palabras trajeron un inconmensurable miedo y sufrimiento a millones de mujeres? Sin embargo no se confunda estimado lector, estimada lectora, Jesús de Nazaret fue un gran defensor de las mujeres, Él nunca las menospreció, Él las trataba como iguales, de hecho, y aunque sea un acontecimiento ocultado, entre sus discípulos se contaban muchas mujeres.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

Del  Programa: "Libre, atrevida, mujer"

www.radio-santec.com

 

 

 


domingo, 11 de marzo de 2018

Artículos de opinión

Si en esta Tierra soy un huésped, ¿quién es mi anfitrión?

 

 

Si los seres humanos somos huéspedes en la Tierra, ¿quién es nuestro anfitrión? El anfitrión es el Espíritu del infinito que nos hace posible la vida como personas sobre el planeta Tierra. ¿Pero por qué somos seres humanos? Decimos que porque nos hemos infligido actitudes erróneas, es decir, pecados que están en contra del origen de nuestra verdadera vida. Dicho claramente significa que el huésped está en contra del anfitrión, en contra del Espíritu del infinito.

 

Sabemos que no vivimos eternamente en la Tierra, o sea que como seres humanos somos perecederos, y que como almas nos iremos de esta Tierra. Por lo que se nos plantea la pregunta: ¿Cómo nos iremos de esta Tierra, como huéspedes o como herederos conscientes del infinito? Puede que alguno opine que todavía falta mucho para ello, pero ¿acaso sabemos si mañana no habrá terminado para nosotros esta existencia terrenal? ¿Y qué justifica la suposición de que nosotros, cada cual individualmente, concluirá los próximos 2,3,5 ó 10 años con un resultado mejor que el de los pasados 2,3,5 ò 10 años?

 

Por tanto que cada cual considere para sí mismo su estado actual preguntándose: ¿Qué o quién soy yo todavía actualmente? ¿Puedo volver al Reino eterno, al hogar eterno como un heredero consciente o me volveré a dirigir a la Tierra como huésped para continuar en otra encarnación igual que en esta?

 

Observemos ahora las imágenes que nos han surgido. Si en nuestro consciente hay pensamientos, entonces compenetrémonos en ellos para averiguar quiénes somos en realidad: huéspedes o herederos divinos. Si siendo sinceros decimos que todavía soy un huésped, de ello se deduce la pregunta: ¿Quiero seguir siendo un huésped, es decir una persona orientada a la Tierra, o quiero dirigirme en dirección al Cielo? La pregunta que corresponde a la transformación de huésped en heredero divino, en dueño del Reino de Dios es: ¿qué valor me doy a mí mismo?

 

Así como se comporte el huésped, el ser humano, con los animales, las plantas y las piedras, con la luz, el agua, la tierra y el aire, de forma correspondiente se comportará el anfitrión, el Espíritu del infinito. ¿Podemos mirar al anfitrión a los ojos si hemos robado una parte de Su terreno y de Su suelo, si abusamos de Su jardín, la naturaleza, si torturamos a Su animales, los matamos y los consumimos?

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "Palabras de oro de la Sabiduría de Dios"

www.editorialgabriele.com

 

La humanidad sigue adorando un gran becerro de oro

Si Moisés volviera hoy a traer a los hombres las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos podría romperlas hoy como antaño, pues desde los tiempos de Moisés apenas si han ganado en fuerza y cumplimiento. Sólo que Moisés hoy no podría destruir al becerro de oro, como lo hizo en aquel tiempo en el desierto, pues el becerro ha adquirido un valor de miles de millones, en comparación con los Diez Mandamientos de Dios. Las llamadas Iglesias cristianas han enseñado durante casi dos mil años un Dios que no existe. Lo que fue y es una escultura nacida de la creencia pagana en dioses, y que fue esculpida, ensalzada y comercializada muy hábilmente.

Una gran parte de los hombres -sobre todo las personas que tienen en alta estima las tradiciones y siguen siendo prisioneras del egoísmo- han olvidado cómo se piensa de forma clara y lógica. Se han convertido en imitadores, que como los lemingos hacen sin pensar lo que otros les muestran y prescriben, que por su parte son también prisioneros de la irracional fiebre tradicional de los sentidos.

Quien no rompe la atadura de las tradiciones queda atado a los que propician las tradiciones, quienes en muchos casos creen hallarse en estado de santidad. Quien por lo tanto se deja conducir por la tradición eclesiástica, es automáticamente partícipe de las huestes belicosas que torturan, matan, despedazan todo lo que se halla en y sobre la Tierra, es decir, que asesina en aras de la tradición.

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "La Rehabilitación del Cristo de Dios"


domingo, 4 de marzo de 2018

Artículos de opinión


La actitud de espera conduce a ataduras

 

Las personas no deberíamos exigir de nuestros semejantes aquello que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar. "Cuando esperéis algo de vuestro prójimo, que él debe hacer para vuestro beneficio, haceos la pregunta: ¿por qué no lo hago yo mismo? Quien por ejemplo espera de su prójimo dinero y bienes para que él mismo, que está en la comodidad, no tenga que trabajar, o quien espera fidelidad de su prójimo sin ser el mismo fiel, o quien aunque desea ser aceptado y acogido por su prójimo, no acepta ni acoge él mismo a sus semejantes, ése es egocéntrico y pobre en el espíritu".

Cualquier cosa que exijamos de nuestro prójimo es algo que no poseemos en el corazón. Es ilegítimo que por una actitud de espera se coaccione a los semejantes a realizar actos, declaraciones o comportamientos que por sí mismos no estarían dispuestos a hacer. "Cuando reconozcas tu actitud de espera en tus deseos para con tu prójimo, da rápidamente la vuelta y haz primero tú mismo lo que exiges de él. Pues cada coacción es una presión que a la vez produce coacción y contrapresión. Con tal comportamiento chantajista para con tu prójimo te atas a él y te haces tanto a ti mismo como a la persona que se dejó chantajear, esclavo de la baja naturaleza. Tales métodos de coacción como, por ejemplo "yo espero de ti y tú esperas de mí", es decir que cada uno da al otro lo que éste le exige, llevan a ataduras. Y lo que está atado no tiene lugar en el Cielo. Esto significa que los dos que se han atado recíprocamente, volverán a encontrarse algún día, ya sea en una nueva encarnación o bien como almas en los planos de purificación.

 

Mª José Navarro (24764815W)

De la publicación: "El Sermón de la Montaña"

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La reencarnación, un conocimiento ancestral

 

 

Muchas personas reflexionan sobre la posibilidad de haber vivido varias veces en la Tierra, entre el 30-40% de nuestros contemporáneos están convencidos de ello. Este conocimiento ancestral que se halla en muchos círculos culturales, parece volver a despertar en el occidente cristiano, donde se reprimió hace 1500 años a raíz de un anatema eclesiástico. Sin embargo para los grandes pensadores y escritores de la historia europea como Platón, Kant, Goethe y Lessing la reencarnación era algo natural.

 

Hoy día también el consumidor espiritual para quien su Dios está más cerca que el doctrinarismo teológico, se pregunta si puede ser que sólo haya una única vida, en la que tantas cosas le han salido mal, para al final aterrizar eternamente en el infierno porque no encontró a tiempo un confesionario. A este respecto los Teólogos no saben dar una explicación convincente y hablan de "secretos de Dios". Con ello dan a las personas piedras en lugar de pan. El pensamiento de que la injusticia de una vida posiblemente desaparezca en una justicia superior donde existe la opción de varias vidas terrenales, ni siquiera les es permitido a través de un anatema, y esto desde el Concilio de Constantinopla.

 

Pero para más de uno puede ser importante saber que el conocimiento sobre la reencarnación estaba difundido en el cristianismo de los orígenes y en los primeros siglos cristianos. Para muchos de los primeros doctores de la iglesia el volver a nacer era parte de su fe. Así  por ejemplo San Agustín escribe: "Dime Dios si no he pasado ya por alguna vida a la cual siguió el inicio de mi niñez".

 

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

De la publicación: "La Reencarnación"

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