domingo, 4 de marzo de 2018

Artículos de opinión


La actitud de espera conduce a ataduras

 

Las personas no deberíamos exigir de nuestros semejantes aquello que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar. "Cuando esperéis algo de vuestro prójimo, que él debe hacer para vuestro beneficio, haceos la pregunta: ¿por qué no lo hago yo mismo? Quien por ejemplo espera de su prójimo dinero y bienes para que él mismo, que está en la comodidad, no tenga que trabajar, o quien espera fidelidad de su prójimo sin ser el mismo fiel, o quien aunque desea ser aceptado y acogido por su prójimo, no acepta ni acoge él mismo a sus semejantes, ése es egocéntrico y pobre en el espíritu".

Cualquier cosa que exijamos de nuestro prójimo es algo que no poseemos en el corazón. Es ilegítimo que por una actitud de espera se coaccione a los semejantes a realizar actos, declaraciones o comportamientos que por sí mismos no estarían dispuestos a hacer. "Cuando reconozcas tu actitud de espera en tus deseos para con tu prójimo, da rápidamente la vuelta y haz primero tú mismo lo que exiges de él. Pues cada coacción es una presión que a la vez produce coacción y contrapresión. Con tal comportamiento chantajista para con tu prójimo te atas a él y te haces tanto a ti mismo como a la persona que se dejó chantajear, esclavo de la baja naturaleza. Tales métodos de coacción como, por ejemplo "yo espero de ti y tú esperas de mí", es decir que cada uno da al otro lo que éste le exige, llevan a ataduras. Y lo que está atado no tiene lugar en el Cielo. Esto significa que los dos que se han atado recíprocamente, volverán a encontrarse algún día, ya sea en una nueva encarnación o bien como almas en los planos de purificación.

 

Mª José Navarro (24764815W)

De la publicación: "El Sermón de la Montaña"

www.editorialgabriele.com

 

La reencarnación, un conocimiento ancestral

 

 

Muchas personas reflexionan sobre la posibilidad de haber vivido varias veces en la Tierra, entre el 30-40% de nuestros contemporáneos están convencidos de ello. Este conocimiento ancestral que se halla en muchos círculos culturales, parece volver a despertar en el occidente cristiano, donde se reprimió hace 1500 años a raíz de un anatema eclesiástico. Sin embargo para los grandes pensadores y escritores de la historia europea como Platón, Kant, Goethe y Lessing la reencarnación era algo natural.

 

Hoy día también el consumidor espiritual para quien su Dios está más cerca que el doctrinarismo teológico, se pregunta si puede ser que sólo haya una única vida, en la que tantas cosas le han salido mal, para al final aterrizar eternamente en el infierno porque no encontró a tiempo un confesionario. A este respecto los Teólogos no saben dar una explicación convincente y hablan de "secretos de Dios". Con ello dan a las personas piedras en lugar de pan. El pensamiento de que la injusticia de una vida posiblemente desaparezca en una justicia superior donde existe la opción de varias vidas terrenales, ni siquiera les es permitido a través de un anatema, y esto desde el Concilio de Constantinopla.

 

Pero para más de uno puede ser importante saber que el conocimiento sobre la reencarnación estaba difundido en el cristianismo de los orígenes y en los primeros siglos cristianos. Para muchos de los primeros doctores de la iglesia el volver a nacer era parte de su fe. Así  por ejemplo San Agustín escribe: "Dime Dios si no he pasado ya por alguna vida a la cual siguió el inicio de mi niñez".

 

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

De la publicación: "La Reencarnación"

www.editorialgabriele.com

 

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