domingo, 15 de julio de 2012

Artículos de Opinión


 

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Iluminar las sombras del alma

 

 

El hombre puramente intelectual y racional, no posee la inteligencia, la fuerza de la conciencia despertada. En el todavía está oculta en su mayor parte la inteligencia divina, el Logos que sabe de todas las cosas, que eleva al hombre a la sabiduría verdadera y a la ética y moral elevadas, a la vida desinteresada.

 

A unos les afecta el destino en esta vida, que es la causa hasta ahora latente y que se ha hecho efectiva. Otros, sin embargo, caminan aparentemente por la vida terrenal sin preocupación, sin que les afecten las causas que quizás todavía yacen en sus almas. Esto hace que un hombre a pesar de su alma ensombrecida, puede poseer en esta vida todo lo que desee, pueda satisfacer todas sus apetencias y crea, por tanto, que los buenos espíritus están de su lado, lo que no significa que sea así, a pesar de que su vida terrenal todavía no demuestre ninguna carga.

 

Un hombre que por el momento no reconoce los efectos de las causas que todavía descansan latentes en su alma, puede, a pesar de ello, trasformar su vida terrenal de forma provechosa para el desarrollo de su alma si vive y actúa según el mandamiento del amor desinteresado. Lo bueno que realice y cumpla, se reflejará como luz en su alma y podrá iluminar muchos ensombrecimientos que yacen todavía en lo profundo, e incluso podrá disolverlos parcial o totalmente. Este hombre ya no tendrá que sobrellevar ni sentir todos los efectos que surjan.

 

 

            De la Publicación: "Lo qué comes y cómo comes muestra quien eres"

 

 

 

 

Vida Universal

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¡Ay de los que hacen de la luz tinieblas y de

las tinieblas luz!

 

 

 

Ningún verdadero profeta de Dios fundó religión alguna, tampoco Jesús de Nazaret instauró o emplazó a sacerdotes, obispos o dignatarios. Jesús habló en contra del sacerdocio, no importa como éste fuera mostrado públicamente por sus representantes. Jesús enseñó la libertad y durante su vida se posicionó en contra de la casta sacerdotal, con el fin de ponerla al descubierto y abrir los ojos al pueblo, para ello utilizó palabras contundentes de la misma forma que también lo hicieron los verdaderos profetas de Dios en todos los tiempos.

 

Durante miles de años Dios habló a través de sus mensajeros en contra de la casta sacerdotal y de sus oscuras prácticas paganas. Sin embargo pocos siglos después del asesinato de Jesús de Nazaret a manos del poder estatal romano instigado por la casta sacerdotal de la época, a los sacerdotes se les ocurre tomarse el derecho de ser los seguidores de los verdaderos profetas de Dios, de aquellos a quienes demonizaron y llevaron a la muerte con mentiras. Quien crea entender tanta incongruencia podrá quizá ser beatificado por la iglesia, sin embargo quien dude y no lo crea con toda seguridad llegará más rápidamente al cielo.

 

En la actualidad el catecismo enseña sobre la capacidad profética atribuida a los sacerdotes tras su consagración, supuestamente trasmitida por el Espíritu Santo junto con los dones carismáticos como el de profetizar. Es decir, el sacerdote se convierte automáticamente en profeta, algo así como: "quien tiene un cargo recibe el don carismático". Pero reflexionemos: ¿por qué Dios llamó siempre entre las personas sencillas a sus profetas?, ¿por qué Dios no ha elegido nunca a uno de entre los muchos sacerdotes impregnados de dogmas y rituales del culto a Baal para servirle como profeta? ¿Por qué tampoco llamó a profetas de entre los reyes, ricos y nobles, y si lo hizo, los sacó de ese entorno y los envió al desierto de este mundo?

 

La respuesta la encontramos en las propias palabras de Dios trasmitidas a través de Sus profetas, quienes estuvieron siempre en contra de la casta sacerdotal, y hablaban contra sus intrigas, en contra de sus trampas y ceguera. Dios envió una y otra vez a la encarnación a profetas como portadores de Su palabra, para liberar a los hombres de sus ataduras. Y precisamente a través de Isaías dijo palabras serias y claras al pueblo y a los poderosos, demostrando que El es un Dios de la libertad y del amor, aunque siempre ha advertido a tiempo a Sus hijos. (Isaías, 5, 20-21) ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz.

 

 

 

Del programa para Radio y TV: "Libertad de Religión III"

 

 

Radio Santec

Teresa Antequera Cerverón

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                                                                                                                                                                                                            www.randio-santec.com



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