El Vaticano es propietario de tantos inmuebles que es mejor no hablar de ellos de forma individual, sino más bien de forma global o de ciudades o barrios. En Roma por ejemplo, ¼ de la ciudad está en manos del Vaticano, así lo investigó Paolo Ojetti en la revista "L´Europeo" en 1977. Su artículo se leía como una guía telefónica en la que página a página registró miles de palacios, que en parte les pertenecen a las 325 congregaciones de monjas católicas y órdenes de monjes.
El periodista Ojetti también investigó en la ciudad italiana de Verona, e imprimió un plano de la misma, en el que más o menos la mitad estaban marcados en negro, lo que significaba que eran propiedades de la Iglesia católica. Luego indicó que las listas de propiedades en otras ciudades deberían ser similares. Esto fue intolerable para el Vaticano, que calificó el artículo como confuso, irresponsable, escandaloso, anticlerical, inculto y tonto. Poco después el director de la revista fue despedido de forma inmediata.
Pasaron 21 años hasta que un periodista valiente se atreviera nuevamente a hablar sobre este tema. A su vez Max Parisi investigó para el periódico "La Padania" las circunstancias en torno a las propiedades en Roma, y en su artículo de Junio de 1998, llegó a la conclusión de que por lo menos un 1/3 de todos los inmuebles de Roma están en poder del Vaticano.
Estos inmuebles de valor incalculable se encuentran según sus investigaciones en las mejores zonas. Sin ir más lejos toda la zona del Campo dei Fiori hasta el Tiber frente al palacio D´Angelo, junto a la piazza Navona y las calles adyacentes, están prácticamente en poder del Vaticano. Se trata de algo menos de la mitad del centro histórico. Sólo en esta zona posee más de 2.500 palacios. La totalidad de los inmuebles no aparecen en el registro de la propiedad, porque son considerados territorio extranjero. Y Parisi se pregunta al final: "¿Qué relación guardan la fe y 160.000 millones en propiedades inmuebles?, ¿Qué tiene que ver Jesús de Nazaret con las viviendas más caras de Roma?"
Más de uno ante tan esclarecedores datos entenderá el sentido de las antiguas profecías que dicen algo así como que los romanos algún día se hartarán de tanta injusticia y los prelados tendrán que tirar sus sotanas al Tiber para no ser reconocidos.
Cristianos libres por el Cristo del Sermón de la Montaña
José Vicente Cobo
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