Estimados amigos: Les envío estos dos artículos de la semana 18 para que lo publiquen en su medio de Comunicación. Muchas gracias.
Les saluda atentamente,
Mª José Navarro
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¿Qué son las zonas de muerte en los océanos?
La revista Focus publicaba ya en 2007 un artículo titulado: "Desiertos submarinos sin vida" haciendo alusión a zonas de muerte en el mar, ¿pero a qué se referían exactamente? Sencillo, a zonas donde ya no hay peces. El cambio climático fomenta la formación de este tipo de zonas de muerte, pues las elevadas concentraciones de CO2 y el dióxido de carbono provoca la acidificación de los océanos, lo que perjudica a la calcificación de la concha de ciertos moluscos, también de los cangrejos. Además el CO2 actúa como abono para el plancton en la superficie marina, lo que hace que éste se multiplique, pero cuando muere y se hunde en el fondo marino, aumenta el consumo de oxigeno con lo que los peces mueren por falta del mismo.
Esta cadena de acontecimientos climáticos unida a la sobreexplotación de los mares, ha dado lugar a las llamadas zonas de muerte. Siendo una vez más el ser humano el causante de la desaparición de las especies, quien en todos los casos actúa de igual forma: explotación de la naturaleza, uso desmedido de sus espacios vitales y destrucción del hábitat natural. Aunque otra forma de explotación a manos del codicioso ser humano es la tala indiscriminada de selvas tropicales. Entre los años 2000 y 2005 se perdieron 27 millones de hectáreas de selva tropical, principalmente en la selva amazónica.
Tal como actúa un tumor maligno, el ser humano se expande a costa de otros órganos sin tener en cuenta lo que éstos necesitan para seguir viviendo. Otro paralelismo con dicha enfermedad también es el daño irreparable que ejerce a su paso, ya que aunque se detuviera la tala de selva tropical y se comenzara a reforestar, las consecuencias globales ya serían irreversibles.
La Universidad de California diseñó un mapa en el que se refleja el uso de los océanos a manos del ser humano, mostrando que tan sólo un 4% de la superficie marina queda libre del uso y de la influencia del hombre. Y otras fuentes como Spiegel On-line publicaba en 2008 un artículo titulado "La epidemia hombre ha infectado los océanos", ¿cómo no ver paralelismos médicos entre la forma de actuar ser humano y un tumor maligno sobre el planeta?
Radio Santec
Mª José Navarro
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Los pensamientos son fuerzas que tiene efecto sobre nuestro sistema nervioso
Los pensamientos son fuerzas que tienen efecto sobre nuestro sistema nervioso y sobre nuestra alma. Por consiguiente depende completamente de nosotros lo que hacemos de nuestra vida. Del mismo modo, pero a la inversa, actúan también sobre el sistema nervioso y el alma los sentimientos positivos de bondad, amor, amabilidad y benevolencia. Estos relajan la conciencia de los nervios, la llevan a la armonía, purifican el organismo y dejan fluir incrementadamente en el cuerpo las corrientes donantes de vida. Así sentimos que todos los canales de vida están abiertos y libres y las fuerzas de vida fluyen reforzadamente en el organismo.
Estas fuerzas sanadoras y de vida se vuelven entonces efectivas en el organismo, lo desintoxican de tal manera que supera las influencias que producen una enfermedad. Un cuerpo enfermo puede transformarse así en un cuerpo sano. De esta manera comprobamos que con Dios, con la energía divina, es más fácil vivir. Esto significa que si refinamos cada vez más nuestros pensamientos, sí nuestro altruismo se mantiene durante todo el día, la corriente de fuerza transformará todo lo negativo en nosotros, llenará el alma con luz y purificará el cuerpo de todas las sustancias dañinas, lo dejará volverse sano, es decir, lo sanará.
Para alcanzar una sanación interna duradera a través del Espíritu, el que busca sanación debería situarse en sensaciones y pensamientos en un ámbito superior y esforzarse en permanecer allí. Esto es lo que daba a entender Jesús de Nazaret con las palabras: "Ve y en adelante no peques más" y "tus pecados te son perdonados". Con ello aludía El a la verdad inmutable de que cada enfermedad y cada sufrimiento son la consecuencia de infracciones directas o indirectas, intencionadas o no intencionadas contra las leyes divinas.