martes, 29 de octubre de 2013

Artículos de opinión

 

El alma es exactamente lo que antes fue la persona

Tanto el ser humano como su alma llevan grabado todo aquello que es contrario a las leyes divinas y que la persona ha ocasionado y ocasiona a sus semejantes, pero también a la Tierra, al mundo de los animales y las plantas. Estas y otras cosas son las obras de cada ser humano que le siguen. Tras el fallecimiento del cuerpo físico las obras del ser humano permanecen en su alma como correspondiente impronta, a menos que la persona haya reconocido a tiempo su comportamiento negativo, muchas veces bestial y sus vicios y los haya remediado dando los pasos que Jesús de Nazaret nos indicó: "Ponte en seguida a buenas con tu adversario mientras vayas aún con el de camino, no sea que te entregue al juez y este al alguacil y termines en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo".

No hay que dejarse engañar por beaterías hipócritas de las que se leen en más de un epitafio y que más o menos dicen así: "Fulano reposa junto a Dios", "Sutano ya ha hallado la paz", o "Mengano ha sido redimido tras largos sufrimientos". No crea tampoco en los sonoros sermones del sacerdote que ante la tumba del fallecido ponen al teatral punto final, diciendo con voz elevada y repetida cantinela: "Dios ha devuelto al Hogar a Fulano de tal. Polvo eres y en polvo te convertirás. Que descanse en paz" o parecidas palabras enfáticas para consolar a los parientes del difunto.

Pero ¿qué dirían los parientes del difunto si sobre éste se dijera que sus obras no sólo le persiguen, sino que también están grabadas en su alma? Porque así es. Y de acuerdo a la ley de Siembra y cosecha y a la correspondiente causalidad, llegarán a producir sus efectos. Pero esto ya se había trasmitido a la humanidad, pues en el Apocalipsis de San Juan está escrito: "Luego oí una voz que decía desde el Cielo: dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, sí, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, porque sus obras les acompañan". Pero ¿cuáles son esas obras que acompañan al alma?, ni más ni menos que los malos actos de las personas que todavía están esperando ser purificados. Es así de sencillo: ¡tras el fallecimiento del ser humano, el alma es lo que antes fue su ser humano!

También después del responso se oye decir como consuelo:"A esta persona la conocía desde hace mucho tiempo", pero tengamos en cuenta que ningún ser humano puede ahondar totalmente en otro, tampoco un cura. El ser humano es un ser ambiguo que en muchas situaciones habla desde su otra cara, es decir falsamente. La mayoría de los seres humanos no son siquiera conscientes de ellos, porque la mayoría no se conoce a si mismo, no profundizan en lo que está discurriendo detrás de sus formas de comportamiento. Pocos hacen el esfuerzo de investigar sobre su forma de ser recóndita y su ambigüedad preguntándose: ¿quién soy yo realmente?. La mayoría de las personas viven en el autoengaño, es decir irracionalmente. Vegetan y dejan pasar los días suponiendo erróneamente que son mejores que sus semejantes.

Del libro:"Horror astral"

Vida Universal

Teresa Antequera Cerverón

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www.editorialvidauniversal.org

¿Qué hace mover al gran molino de Dios?

Algunos de los que han alcanzado una edad avanzada podría argumentar lo siguiente: «Durante toda mi vida no me he preocupado de mis pensamientos ni tampoco de sus conte­nidos. Lo único que para mí ha tenido validez ha sido alcanzar lo que contri­buye a mi bienestar. He permanecido sano hasta la vejez. Me va bien». Sobre esto sólo se puede decir que des­pués de la vida terrenal todo continúa, pues la vida, que es Dios, no conoce inte­rrupción. El cosmos es infinito, y la pa­ciencia de Dios es la bondad, pero también la justicia.

El cosmos material se puede describir como un gran molino, en el que las rue­das se mueven según la ley de Siembra y cosecha. Como el cosmos material es grande, se puede decir que el molino de Siembra y cosecha va lento. A cada uno le deja mucho tiempo para que en su existencia alcance muchos valores es­pirituales, celestiales. A quien no lo quie­ra considerar así, tarde o temprano le llegará lo que ha sembrado, pues el moli­no de Siembra y cosecha contiene tam­bién la rueda de la reencarnación.

Gane para sí su alma en la juven­tud; esto significa: viva de tal modo que los valores de su existencia estén en con­formidad con lo más profundo de su al­ma, y usted alcanzará una vida valiosa y plena. Un hombre tal no envejecerá ni se hará senil, si no que se hará mayor de forma juvenil.

Vida Universal

www.editorialvidauniversal.org

 

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