EEUU, China, India y Brasil contra la supervivencia
de la humanidad
La siempre dramática situación de nuestro mundo ha dado lugar a que muchas personas piensen que el mundo se puede acabar en cualquier momento. Sin embargo el mundo ya se acaba hoy para cada niño y para cada persona que muere de hambre o por falta de medicamentos, para cada río envenenado, con cada árbol que se tala en plena savia y con cada animal que es bestialmente asesinado para dar placer al paladar humano. Este mundo materialista se está acabando, no así la Tierra.
Apenas habrá quien tenga dudas de que vivimos un tiempo de transformaciones. Miremos donde miremos se inician considerables cambios que afectarán a todos los seres humanos, y lógicamente estos cambios llevan consigo miedo por las catástrofes que tal vez podrían sobrevenir a la humanidad.
En este tiempo de transformaciones el Espíritu universal, Dios, no deja solos a Sus hijos humanos, si no que nos ofrece lo que anunció Jesús de Nazaret en el sentido de las siguientes palabras: «Yo os enviaré al consolador eterno que os conducirá a toda la Verdad». Este tiempo en verdad ha llegado, y el Cristo de Dios ha hecho realidad Su Palabra, a través de boca profética Él ha regalado a la humanidad el cuerno de la abundancia de la Sabiduría divina. Así dio explicaciones e indicaciones sobre todos los ámbitos de la vida, así habló también sobre el estado del mundo, sobre el futuro de la humanidad y sobre lo que sobrevendrá a la humanidad si no cesa en su comportamiento bestial y cruel contra Su Creación.
Pero el que la palabra del Espíritu de Dios dada a través de Su portavoz Gabriele fuese rechazada por los poderosos de este mundo, y tal como sucedió en todos los tiempos, encabezado por el sacerdocio institucional, tendrá consecuencias que ahora llegan a la humanidad. No es más que la cosecha de nuestra propia siembra. La humanidad por el momento lo llama de forma lapidaria «cambio climático», y sólo algunas voces aisladas hablan de «catástrofe climática», pero en realidad es mucho más, muchísimo más.
El breve lapsus de tiempo que hubo para dar a todos los pueblos y economías del mundo la oportunidad de salvar a la madre Tierra de forma consensuada no se aprovechó. La salvación o mitigación de la catástrofe apocalíptica causada por el hombre ha fracasado sencillamente por el egoísmo de los gobiernos y de sus intereses estatales. Los países y gobiernos que se negaron al consenso son oficiosamente conocidos, sin embargo nunca se calificarán como estados-canallas, a pesar de que lo que estaba en juego fue ni más ni menos que la supervivencia de la humanidad - (Confidencialmente: EEUU, Brasil, China, India).
José Vicente Cobo (45277997j)
Basado en el programa: Los vivos envidiarán a los muertos
Cuando usted no cambia el destino sigue su curso
Si tenemos miedo a enfermedades, preocupaciones y sufrimiento degradamos las energías positivas volviéndolas negativas, con ello creamos nuestras formas de pensamientos destructivas, unos peligrosos robots que somos nosotros mismos. Hagámonos por tanto conscientes de que el peligro no viene de fuera, viene de nosotros mismos y nos influencia a nosotros mismos.
Sepa que sólo puede recaer sobre nosotros lo tenemos en nosotros. Aunque en el mundo acechen aún muchos peligros, si no tenemos algo igual o parecido en nosotros, tampoco atraeremos esos peligros, no pueden hacernos nada, salvo que para ello hayamos creado la fuerza de atracción en nuestra alma.
Con nuestros pensamientos negativos podemos hacer surgir en nuestro cuerpo enfermedades o provocar sufrimientos y golpes del destino. Pero a través de una forma positiva de sentir, pensar, hablar y obrar producimos en nosotros salud, armonía interna, alegría, paz, felicidad y satisfacción. Vemos por tanto que los pensamientos son fuerzas, que retornan a nosotros, el emisor.
En este contexto entendemos la ley de siembra y cosecha, que significa que cada causa tiene su efecto, y comprendemos por tanto que únicamente nosotros somos los causantes de nuestras enfermedades, sufrimientos y golpes del destino, no nuestros semejantes o tal vez Dios. Estimado lector sepa que cuando no damos la vuelta a tiempo, el destino sigue no obstante su curso. Por eso propóngase una vida basada en una ética y moral más elevada, y sepa que el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret es la clave para una vida feliz en esta.
Maximiliano Corradi
www.editorialvidauniversal.com
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