domingo, 14 de septiembre de 2014

Artículos de opinión


 

 

 

¿Cuándo habrá paz para los animales?

 

 

 

Volver a recuperar la relación con los animales, especialmente con los animales en los bosques y campos, es decir conseguir interrelacionarnos con ellos, se producirá cuando el ser humano cambie su percepción y relación para con los animales. Para ello sería especialmente importante dejar de cazarlos, un enorme paso para que los animales pierdan el miedo al ser humano y recuperen así la confianza en él. Con el tiempo podríamos conseguir acercarnos a ellos, pues ellos sabrán que ya no les queremos hacer daño, con esto además de poder observarlos mejor, podríamos lograr una relación más cercana.

 

El ser humano se considera a sí mismo como antiguo recolector y cazador. Lo de recolector hace mucho que dejamos de serlo, ¿por qué no lo de cazador? ¿No será que la caza es una forma de ir a la guerra, tal como dijo el famoso poeta alemán Goethe? Lo cierto es que en la actualidad da la impresión que cada vez más personas notan que esto es así, es decir que se trata del gusto por matar, pues ciertamente la caza tal y como la defienden los cazadores, no controla la población de animales, ésta se ha regulado sola desde tiempos inmemoriales.

 

Pues bien, si abandonamos definitivamente la edad de piedra y nos comportamos como personas civilizadas, también respecto a los animales, pronto percibiremos que es un anacronismo que haya personas en pleno siglo XXI que practiquen hobbies tan sangrientos y arcaicos como la caza. Y para quienes arguyen que los animales son solo animales, se les podría decir que ya la ciencia ha constatado que al igual que los seres humanos, los animales sienten dolor.

 

Con toda razón, cuando se contempla la exposición de cadáveres de animales que se realiza en algunos países durante la festividad de san Huberto, en la que se bendicen los animales cazados, muchas personas se preguntan ¿cuándo entrarán los seres humanos en razón y viviremos en la Tierra en paz con los animales? Un buen comienzo para ello sería seguir el ejemplo del citado santo cuya leyenda cuenta que un día de viernes santo, en la cornamenta de un ciervo que se detuvo ante él, el conde Huberto contempló una cruz radiante. En ese momento interpretó que era una advertencia de Cristo para que dejara de cazar, y así lo hizo para el resto de su vida. Sin embargo los cazadores actuales, en vez de seguir el ejemplo de su patrón, incomprensiblemente lo reclaman cada año para bendecir sus sangrientas cacerías así como a las presas abatidas.

 

 

 

Mª José Navarro (24764815W)

          Del programa para radio y TV:  Naturaleza sin caza

www.vida-universal.org

 

 

 

La profunda indiferencia sobre Dios

 

 

Hay científicos que creen que pueden crear vida, pero pocos se paran a pensar que sin la sustancia base de la vida no pueden crear ninguna forma de vida. El ser humano puede matar, pero no crear vida. Él mata a seres humanos, destruye la naturaleza y maltrata al planeta Tierra, por lo que en algún momento habrá un cambio, pues tal y como el ser humano es hoy día no puede existir a la larga y no será sustentado por el Espíritu de Dios, que también es la vida sobre la Tierra.

 

El ser humano visto en general se ha alejado mucho de Dios. Con sus esquemas de pensamiento primitivos ha suprimido también la voz de su conciencia. Debido a su falta de conciencia, destruye lo que le estorba para disfrutar y vivir sin impedimentos aquello que él llama "vida".

 

Muchos reflexionan acerca de Dios que es la vida y analizan también al ser humano, encontrando raras veces cosas buenas en él. El cerebro del ser humano no está entrenado, por eso muchas células cerebrales están sin utilizar. Toda la existencia terrenal del ser humano transcurre año tras año por carriles estrechos, con estrechez de miras en la forma de pensar, hablar y obrar.

 

Cada cual piensa sólo en sí mismo y quiere lo mejor para sí mismo, los demás le dan igual. Una y otra vez transcurre todo según el mismo esquema, siempre pensamientos y palabras iguales o parecidos, centrados en la materia, en el mundo, egocéntricos, intelectuales. La realidad del Espíritu que lo traspasa todo es excluida. También el comportamiento del ser humano está en muchos casos marcado por esta forma externalizada de pensar y hablar. Esto no tiene nada que ver con la vida, es un mero vegetar. Ésta es la causa, entre otras, de la indiferencia y de la dejadez en lo que concierne al pensar, al investigar y a la búsqueda más profunda de Dios.

 

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

www.editorial-la-palabra.com

 

 

 


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