domingo, 4 de enero de 2015

Artículos de opinión

 

¡Aprendiendo a dejar que la naturaleza vibre en nosotros!

 

 

Si se halla usted dando un paseo, y consigue ver un animal a lo lejos que aún no se haya percatado de su presencia, es decir si todavía no le ha olido o no ha registrado su presencia, deje que el ser del animal se vuelva activo en el ánimo de usted. Sintonícese con la tranquilidad interna. Inspire y espire profundamente varias veces. A ser posible cierre brevemente los ojos, y con su respiración acoja al animal en su ritmo corporal. Esto significa que usted al inspirar lleva a su interior la imagen del animal. Y mostrando humildad ante la vida, deje que esa imagen tenga un efecto en usted, sin esperar nada.

 

Con el tiempo irá experimentando que el animal, desde su estado de conciencia divino, le está irradiando paz, unidad y sentido comunitario, algo que no proviene de este mundo. Ejercítese por tanto en la observación de sus criaturas hermanas, los animales, pero también en la contemplación de las plantas. Por medio de estos ejercicios, mediante el volverse silencioso y desconectar conscientemente las emociones y pensamientos innecesarios, con el fin de estar de verdad presente en las zonas habitadas por las criaturas que conviven con nosotros, pronto notará que se vuelve cada vez más sensitivo y con el tiempo percibirá lo que hay a su alrededor. Y si va con frecuencia a visitar a sus hermanos animales en los bosques y campos, pero dando el valor que le corresponde al prójimo animal y todo lo que lleva la vida, pronto captará lo que realmente significa la vida en la verdadera unidad.

 

Los animales aman la paz y la libertad. Sus sentidos espirituales se basa en la unidad y en la comunidad. Por eso quieren estar con sus hermanos mayores, los seres humanos. Ellos notan perfectamente cuando hay personas que están aprendiendo a comprenderlos en humildad y respeto. Por eso aprendamos también nosotros a dispensar más respeto al mundo animal y vegetal, y comprenderemos poco a poco que el Uno universal, el Dios Creador que habla, es quien dona y mantiene la vida en todos y en todo, en lo más pequeño y en el infinito. Dejemos que las siguientes frases sencillas lleguen al corazón y al entendimiento: "En lo más pequeño está el infinito, y en el infinito está lo más pequeño. Dios el Creador de la vida, es el Amor universal. Su amor es la humildad universal, que se da y tiene validez por igual para todo lo que vive".

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "La unidad universal que habla"

www.editorialvidauniversal.com

 

 

 

Los Reyes Magos y la Estrella de Belén

 

Los tres sabios de oriente que fueron guiados por una estrella hasta el pesebre de Belén, eran verdaderos buscadores de Dios y por eso pueden ser un buen ejemplo para cada buscador de Dios en nuestros días. Pero ¿qué podemos nosotros aprender de ellos? Quizás su añoranza hacia Dios, su añoranza por la sabiduría divina. Entonces habría que preguntarse: ¿estamos sedientos de la verdad y de la paz?, ¿estamos sedientos del amor de Dios y de la unidad? Si en verdad lo estamos, sentiremos que Dios está presente y si cumplimos Sus Mandamientos, nos iremos convirtiendo poco a poco en sabios.

No obstante es posible que el hecho de que hayamos hecho una tradición de la visita de los Sabios de oriente al pesebre de Belén, refleje en nosotros algo de la añoranza por la sabiduría que estos astrólogos buscadores de Dios tenían. Sin embargo cuando uno se hace presente en lo que se ha convertido el negocio de los Reyes Magos, descubre que esta añoranza se ha volcado totalmente en algo externo, incluso en todo lo contrario. Las personas en general nos hemos vuelto distraídas y desviamos nuestra atención del mensaje central de seguir la luz que transmitieron los sabios de oriente. Ellos querían mostrar a las personas que si se abren a la fuerza redentora, a la fuerza del Cristo de Dios, entenderán poco a poco lo que significa desarrollar en sí mismas Belén, o encontrar Belén en si mismos, es decir desarrollar en uno mismo el Reino de Dios.

Los Sabios de oriente tenían comunicación con la luz eterna en sí, tenían comunicación con el Reino de Dios que palpita en la profundidad del alma y se les apareció una estrella que brillaba cada vez más fuerte y la siguieron. La estrella de Belén sigue brillando para nosotros en la actualidad y nos marca el camino de salida de una cristiandad exteriorizada, que apenas sabe algo sobre la profundidad, sobre la verdad en torno al gran suceso acontecido en Belén. Y al igual que la estrella de Belén iluminó a los sabios, así nos ilumina también hoy. En un mensaje dado desde el infinito en 1984 pudimos escuchar lo siguiente: «Hijos Míos, la estrella de Belén brilla de nuevo. Bienaventurado aquel que la vea en su interior. Venid, volveos nuevos en Mí, purificad vuestras almas. Seguid el camino de la paz y de la gloria para que podáis tomar desde la verdad eterna y podáis dar a todos aquellos que todavía hoy no han entendido que he venido de nuevo al mundo en la palabra y en los hechos.

Hoy también nosotros podemos seguir a la estrella de Belén. Ayer y hoy se puede seguir esa estrella hasta la casa del Padre a través de Cristo si cumplimos paso a paso los Mandamientos de Dios, que nos dio el Eterno por medio de Moisés.

Si hacemos lo que nos enseñó en El Sermón de la Montaña sentiremos en nosotros la estrella, sentiremos la luz. Nuestra alma se volverá más luminosa, las células de nuestro cuerpo más claras. Estaremos más contentos, más felices, más alegres y aprenderemos a rezar de corazón. Rezaremos y sentiremos que debemos cumplir nuestras oraciones.

Radio Santec

www.radio-santec.com

                                              

 

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