jueves, 28 de mayo de 2015

Artículos de opinión


 

 

 

El hambre aumenta en 2015. La ONU fracasa

 

 

 

No sólo ante los graves problemas de inmigración que sufren los países del primer mundo, sino ante la dramática situación que viven millones de seres humanos en un mismo planeta, donde por un lado se derrocha y por otro las carencias se apoderan de millones de personas necesitadas, se hace necesario plantearse sin más dilación dos preguntas. La primera: ¿Qué se puede hacer de verdad para terminar con el hambre en el mundo? Y la segunda: ¿Cómo es el apoyo económico a los países en desarrollo?

 

Habría que decir que el hambre no es el resultado de que la Tierra no produzca alimentos para todos, pues este planeta produce alimentos para el doble de la población actual. El problema radica en factores ajenos a la generosidad del planeta Tierra. Sin embargo existe un aspecto concreto e importante que haría reducir el hambre mundial: el prescindir del desorbitado consumo de carne.

 

La ONU se propuso llegar al año 2015 habiendo reducido a la mitad el número de pobres y de personas que pasan hambre. Sin embargo dicha cifra no sólo no se ha reducido, sino que ha aumentado en países como Italia, México, España y Argentina. Por lo que ya se puede afirmar que esta meta no se va a lograr, puesto que quienes deberían haber ayudado, es decir los países ricos, han eludido su responsabilidad aportando muy pocos medios para conseguir lo pactado. En lugar de ello se invierten miles de millones en salvar bancos y sistemas económicos globales, también en seguir fomentando el mercado armamentístico. Quizás no se trate en primera instancia de buscar culpables, pues son muchos los que participan de ello. Sin embargo es bien sabido que algunos políticos del primer mundo actúan sin escrúpulos en los mercados de los países subdesarrollados. Cuando se sabe que para terminar con todo el hambre en el mundo durante un año tan sólo se necesitarían aproximadamente 21.000 millones de Euros.

 

A pesar de esto, se hace necesario recordar que si las personas en los países ricos e industrializados comiesen un 3% menos de carne, se podría alimentar a 1.000 millones de personas. Este dato ha sido dado a conocer por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Por lo que no se trataría únicamente de señalar como culpables a los poderosos de este mundo, sino que cada uno de nosotros podría combatir el hambre en el mundo con su hacer diario. Es posible que exista quien aún desconozca qué relación guarda la carne con el hambre en el mundo, aunque ya millones de personas son conscientes de que se necesitan grandes cantidades de cereal y de agua potable para obtener algunos pocos kilos de carne, igualmente se talarían menos bosques para obtener campos de forraje y soja para el ganado. Dejar de comer carne no sólo beneficiaría el medio ambiente, también beneficiaría nuestra salud notablemente. Un pequeño gesto que podría cambiar el mundo.

 

Mª José Navarro (24764815W)

www.radio-santec.com

 

 

 

Sólo se puede oír bien con el corazón

 

 

Donde estén mis amigos los animales, que en lo profundo de su corazón no tienen malicia, donde la naturaleza me habla, donde los elementos hacen sonar sus melodías, allí estoy en casa, dice Gabriele la autora de estas líneas.

 

Y continúa de esta forma: "El Espíritu infinito me ha mostrado y me muestra que Él es el Espíritu universal, el Creador de todo ser, y la fuerza que actúa en la gran unidad infinitamente multiforme de la vida. Las fuerzas de los elementos contienen la energía vital del Uno universal. El aire canta su canción en el movimiento de las hojas y de las, canta su canción con el movimiento de los arbustos y de las hierbas. El sol hace brillar las hojas y las flores, que hablan de los matices de la luz e irradian la canción del sol. La gota de agua tiene su especial melodía que luego hace brillar clara como el cristal, y que la naturaleza percibe agradecida como totalidad. La tierra abre sus poros y muy poco a poco se hunde en ella el brillo cristalino. La canción del agua suena entonces en honor del Creador a través de la tierra y de la naturaleza, y hay florecimiento, crecimiento, maduración.

 

Los elementos y la naturaleza se entregan en el fruto, que canta la canción de todas las canciones de la naturaleza al regalarse a los hombres y a los animales. Las canciones de los elementos, de los árboles, arbustos, flores y hierbas forman como unidad la grandiosa sinfonía de la unidad, que se manifiesta en los frutos y que sólo se puede oír bien con el corazón".

 

José Vicente Cobo (45277997j)

www.editorialvidauniversal.com

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