El aumento de las temperaturas del planeta está garantizado
La actual destrucción de la selva tropical viene dada, entre otras cosas, de la mano del éxito de los biocombustibles, lo que conlleva junto a la ganadería intensiva a la escasez de alimentos en los países pobres o en vía de desarrollo, donde se producen los cultivos extensivos para la producción de soja, maíz, mandioca, girasol, palma, remolacha o caña de azúcar. La escasez progresiva de petróleo y de gas ha obligado a la búsqueda de soportes energéticos más económicos y duraderos.
Para el cultivo de aceite de palma se queman superficies gigantescas de valiosa selva tropical, siendo el aceite de palma de Indonesia un aceite sangriento, pues lleva en sí la sangre de los orangutanes y de millones de animales de diferentes especies, que al perder su hábitat natural en las selvas vírgenes, pierden completamente sus condiciones de vida. La superficie de cultivo de palmeras oleíferas en Indonesia ha ido en aumento de forma imparable en los últimos 30 años. En el año 2008 ya se había alcanzado un total de 84.000 km cuadrados, el doble de la superficie de Suiza. El aceite de palma es más económico que el petróleo, aunque también se consiguen grandes beneficios con él, pues más del 90% del aceite de palma llega al mercado europeo en productos como margarina, detergentes, chocolate, cosmética y desde hace un tiempo también en forma de biocombustible.
Nuestra avidez por la carne, por combustibles biológicos y por la madera está aumentando la presión sobre las selvas tropicales. Y como constantemente se necesitan nuevos terrenos se sigue destruyendo selva, y con ello sigue desapareciendo una especie tras otra. En tanto las selvas muertas den más beneficio que las selvas vivas, no cambiará nada.
En los últimos tiempos se está empezando a reconocer el valor de las selvas tropicales también como acumuladores de dióxido de carbono, un importante gas de efecto invernadero que, en grandes cantidades, puede llegar a afectar la temperatura global del planeta, pues en ningún otro sistema ecológico hay más carbono acumulado que en la madera de los gigantes de la selva virgen, más o menos 433.000 millones de toneladas. Solo en las hojas, troncos y raíces de los árboles de las selvas pluviales del Amazonas hay tanto carbono como el que quema toda la humanidad en 10 años. Pero con la quema de las selvas tropicales el CO2 se acumula en la atmósfera, con lo que el aumento de la temperatura del planeta está garantizado.
El que la humanidad pueda estar amenazada por guerras derivadas de la falta de agua o de alimentos, o sencillamente de selvas, biodiversidad o sistemas ecológicos, no debería ser una posibilidad ni siquiera remota si el ser humano hubiera respetado y conservado la naturaleza, la Creación en su conjunto. Una convivencia pacífica y la garantía de un sustento alimenticio para todos puede lograrse sólo si se conservan todas las especies que viven en el planeta Tierra.
Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)
Del programa: "La selva tropical"
A partir de los cincuenta llega la época para la reflexión
Si sobrepasamos la edad de sesenta años, el tormentoso querer y el acuciar, que es propio de la juventud, debería haber disminuido. A partir de los cincuenta años la edad pasa a convertirse en edad madura; el verano tiende su mano al otoño. El hombre que ha madurado en el Espíritu vivirá, de acuerdo con el otoño que comienza, con más tranquilidad y cordura. Quien cree que tiene que recuperar algunas cosas, opinando que las ha omitido en la juventud, sucumbe al autoengaño. El autoengaño conduce a la decepción y a la resignación. Una ayuda para quienes están envejeciendo es: Aquel que desea recuperar la juventud envejece.
Sin embargo también en la vejez se pueden dar pasos de aprendizaje, pasos de la vida que al mismo tiempo pueden ser pasos de rejuvenecimiento. Deberíamos dar cada día un nuevo paso de aprendizaje, grande o pequeño, afirmando las fuerzas positivas que podemos extraer sobre todo de los Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña de Jesús. A partir de los cincuenta es el mejor tiempo para la reflexión. Quien ha pasado los 50 años ya no debería coquetear con el dejarse tiempo, sino que debería orientarse a los ideales espirituales, madurando para representar los valores correspondientes.
Quien ha superado el pasado no siente cómo se le van los años, envejece pero jamás será viejo. No echará de menos la juventud porque vive sus ideas conscientemente, no con temor por el mañana, no con miedo por lo que podría surgir todavía del pasado.
José Vicente Cobo (45277997j)
www.editorialvidauniversal.com
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