Si el ser humano dominara sus sentidos captaría más
Si usted tiene un animal doméstico, que es una criatura hermana proveniente del Océano Dios, haga un pequeño "experimento" con él: trate de prestar atención a su respiración. Su aliento es semejante al suyo. Tanto en el ser humano como también en los animales la respiración es rítmica. Ya sea un animal o una persona todos respiramos el mismo aire. Puede que varíe el ritmo respiratorio, siendo en unos más profundo y en otros más superficial. Con respecto al ser humano esto significa que según sea su comportamiento, según sea el estado actual de su conciencia, respirará más profunda o superficialmente. Cada animal respira por lo tanto de acuerdo a su estado de conciencia, que es su conciencia de comunicación con la Creación y con el Creador, a no ser que el animal sea obligado a hacer algo o sea perseguido por el hombre.
Un aprendizaje práctico sobre la unidad universal nos permitirá echar vistazos instantáneos, así como miradas de amplias dimensiones en la vida superior. Por eso, estimado lector, tenga en cuenta que quien aprende, gana. Aprendamos por lo tanto de nuestras criaturas hermanas, de la naturaleza, de todo lo que la Tierra nos ofrece en belleza, luz y fuerza. Aprenda a afirmar al Creador eterno omnipresente que es el Océano omniabarcante del SER.
Gabriele, la profeta y mensajera de Dios para nuestro tiempo, explicó en una hora de enseñanza al respecto: Un valioso paso de aprendizaje para llegar a la unidad cósmica podría darse si usted por ejemplo realiza un paseo por el bosque. En la tranquilidad de la naturaleza apóyese en un árbol y escuche en la espesura, notará que respira. Cada árbol respira a través de su colectivo de consciencia correspondiente. Si usted llega a un campo de flores, escuche compenetrándose con el campo de flores. Cada tipo de flor está integrado en un colectivo que según sea su estado de consciencia respira en el Océano universal del SER, en el hálito del Creador eterno.
Si los seres humanos aprendiésemos a dominar nuestros sentidos, entonces paulatinamente llegaríamos a comprender que a todos los seres vivos y a todas las formas de vida los alienta el Creador eterno, que la profundidad de la existencia, la Palabra del Universo también la recibimos nosotros en lo profundo de nuestra alma, en el núcleo divino. Claro que para esto hay que cambiar de modo de pensar, y hacerse consciente de lo que significan el amor a Dios y al prójimo. En definitiva lo que Jesús de Nazaret enseñó una y otra vez.
Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)
De la publicación: El Océano universal de Dios 1ª parte
www.editorialvidauniversal.com
La Tierra, un lugar de peregrinaje
El alma que ha deseado volver a estar encarnada en otro cuerpo humano, ha traído consigo a la Tierra lo no expiado, por lo que en algún momento llegarán los días en los que una parte de su siembra apremiará a ser cosechada. Sólo queda esperar que cuando la envoltura humana haya alcanzado su grado de madurez, el hombre no siga obrando como en una de las encarnaciones anteriores. Lo único cierto es que en cualquier momento, bien en el reino de las almas bien como ser humano, esas causas irrumpirán hasta ser purificadas, es decir saldadas.
Bienaventurada la persona que aprovecha su tiempo de peregrinaje como ser humano en la Tierra. Pues si reconoce a tiempo bajo qué «culpas» estaba sometido y aprende de ello desarrollando el arrepentimiento y el pedir perdón, y si renuncia a las nuevas tentaciones no haciendo más lo que antes había dominado su vida, contribuirá a que cada vez más personas se aparten de la «oscura magia» de las instituciones eclesiásticas, las que enseñan sobre un dios castigador y una condenación eterna. Por eso estimado lector reconozca la verdadera vida, que es la unidad con los animales, la naturaleza, los elementos y toda la vida en la Tierra.
La «nebulosa magia» de la Iglesia, institución que se denomina a sí mismo cristiana, presenta engañosamente como blanco lo que es negro. «¡Hombre despierta antes de que tu alma abandone su envoltura. Examina cómo es tu siembra, pues de forma semejante será tu cosecha!»
Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)
Del programa: «La magia negra de la Iglesia»
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