lunes, 12 de septiembre de 2016

Artículos de opinión


Ídolos, santos y deidades, ¿para qué?

 

 

 

Ningún verdadero profeta de Dios ha fundado nunca una religión externa, a través de la cual se ate a los seres humanos a rituales, dogmas y cláusulas de fe. El Espíritu libre, que es la unidad de todo lo que existe, no manifestó a través de ningún profeta que hubiera que instituir mediadores con el fin de mantener la comunicación con Sus criaturas.

 

Jesús enseñó en la oración del Padrenuestro la unión directa con Dios, a quien podemos llamar Padre, ¿por qué las Iglesias enseñan justamente lo contrario, interponiendo sacerdotes como mediadores entre Dios y Su hijo? A través de Su poderosa Palabra manifestada, el Eterno siempre ha conducido y conduce directamente a los seres humanos para que tomen responsabilidad por su propia forma de sentir, pensar y obrar, también por todo lo que existe. Sin embargo las religiones sacerdotales se instalaron a sí mismas para atar a las personas a sus enseñanzas y a sus cultos. Erigieron casas de piedra e instalaron en ellas a ídolos, a cuyas efigies y deidades deben rezar ellos y sus seguidores, los seres humanos. Hasta el día de hoy las personas se arrodillan ante los llamados santos, a pesar de que los verdaderos profetas de Dios, en todos los tiempos, denunciaron públicamente la idolatría.

 

Sobre esto ya Isaías avisó a la humanidad con las siguientes palabras: "Si gritas pidiendo ayuda, entonces que te salven tus muchos ídolos, pero el viento se los lleva a todos, un soplo los quita de en medio. Más quien confíe en Mí, recibirá la Tierra como herencia y poseerá Mi Monte sagrado". En las religiones sacerdotales de entonces y de la actualidad, los maestros de ceremonias honran a imágenes de ídolos hechas por ellos mismos. Llaman a Dios con sus letanías paganas invocando lo secreto, haciéndose pagar ricamente por el pueblo, del que se distinguen premeditadamente por sus costosas vestiduras, por su dios envuelto en misterios y por sus servicios idolatras.

 

Las obras de las religiones sacerdotales han dado por sí mismas la prueba de donde están asentadas, porque ninguna religión ha cumplido lo que fue anunciado a través de los profetas. Las religiones externas no han presentado ninguna prueba de que ellas vivifiquen la Palabra de Dios y de que cumplan las predicciones de los profetas de Dios para que, como dijo el Eterno a través de Isaías, "reciban la Tierra en herencia y posean Mi Monte sagrado".

 

No sólo Isaías, también Óseas, Jeremías y Jesús, así como muchos otros portadores de la Palabra de Dios, anunciaron el Reino de la Paz, así como el cumplimiento de la alianza con Dios, que se mostraría en la unidad de toda vida entre el ser humano, la naturaleza y los animales. Si las religiones hubiesen cumplido las promesas de los profetas de Dios, habrían demostrado la verdad de las palabras de Dios y la Tierra tendría hoy un aspecto diferente.

 

El teólogo e historiador de la iglesia Walter Nigg en su libro "Pensadores proféticos. ¡No apaguéis al Espíritu!" describe al sacerdote como al enemigo natural del profeta. Por tanto si Dios habla a través de los verdaderos profetas, pero el sacerdote es el enemigo natural del profeta, ¿a quién sirve entonces el sacerdote? Fuero los sacerdotes de la época quienes llevaron a Jesús a la cruz y quienes instigaron para que los romanos lapidaran a Esteban. Siempre fueron los sacerdotes de culto los que actuaron contra la Palabra de Dios. Y esto porque Dios siempre desenmascaró a los sacerdotes a través de Sus verdaderos profetas.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "De Abraham a Gabriele"

www.editorialvidauniversal.com

 

 

¿Cómo evitar las pequeñas y grandes guerras?

 

 

 

Actualmente la vida diaria no se caracteriza precisamente por la paz. Son muchos los conflictos armados que sacuden a pueblos y naciones, sin olvidar las peleas y enfrentamientos que en la vida diaria cada uno pueda tener. ¿Pero cómo salir de nuestro comportamiento belicoso y situarnos por encima de los pensamientos que nos hacen estar contra los demás?, ¿Cómo liberar la cabeza de las tensiones que dan lugar a enfrentamientos?

 

Existe un aspecto importante que puede ayudarnos cada día a tener éxito al respecto: el auto-cuestionarse, es decir la observancia de uno mismo, por ejemplo con la pregunta: ¿Cómo me comporto durante el día? Sí realmente analizamos las situaciones que han sucedido en el día, nuestro comportamiento, y sí miramos con distancia qué acaba de pasar, qué acabo de contestar a la otra persona, descubriré que casi siempre son las mismas cosas las que me enfadan, las que me hacen subir por las paredes.

 

Sí me altera una persona que siempre quiere tenerlo todo a toda costa, o que quiere darse importancia, me podría preguntar: ¿quiero yo también tenerlo todo y darme importancia?, puedo comenzar a trabajar en esos puntos. Es decir, primero me cuestiono a mí mismo y me observo con sinceridad, entonces dejaré de querer buscar mi viga en el ojo del prójimo y la buscaré en el mío. Después puedo hablar con la otra persona y aclarar la situación, pero primero me miro a mí y descubro mi parte. Esto surge de la auto-observación y del cuestionarse a uno mismo.

 

 

Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)

Del programa: « Nuestro pasado es nuestro futuro » que se emite por Sophia TV América

www.radio-santec.com

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