Estimados amigos:
Les enviamos estos artículos, uno corto y otro más largo, de la semana nº 37 de 2011 , para que los publiquen cuando puedan. Les agradecemos su inestimable colaboración prestando sus páginas a estos artículos.
Muchas Gracias. Reciban un saludo,
Mª José Navarro
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Teléfono: 659 843091
Estar sano es algo más que comer sano
El cuerpo humano es un cuerpo natural, cuyas sustancias son de la naturaleza. Por eso el ser humano debería vivir con la naturaleza y reconocer en ella la fuerza propulsora, la vida. Si el ser humano se reconoce como una parte de la naturaleza, entonces se reconocerá también a sí mismo y comprenderá el efecto del Espíritu en la materia, también reconocerá que el no es únicamente un cuerpo humano. El alma está encarnada en un cuerpo, para expiar en esta encarnación sus sombras, es decir las cargas de las encarnaciones anteriores. Por eso el ser humano debería mantener su cuerpo sano en base a alimentos sanos provenientes de la naturaleza, por medio de pensamientos desinteresados y de una vida ordenada.
Quien está en armonía con Dios es traspasado más intensamente en su alma y en su cuerpo por la fuerza espiritual, por eso únete con cada órgano dándole las sustancias alimenticias necesarias de la naturaleza. Vivifica el alma y el cuerpo con pensamientos positivos y alcanza así la unidad con todo. Los órganos absorben gustosamente las sustancias de la naturaleza si llevas una vida positiva y armoniosa. Quien quiera alcanzar armonía y salud tiene que transformarse en el vencedor de su naturaleza animal, de sus pasiones y de sus sentimientos humanos. Tiene que romper las cadenas del odio, de la envidia y de la ambición, las cuales impiden a las fuerzas divinas servir y ayudar al hombre".
Vida Universal
El maravilloso camino del olvido
Frecuentemente desechamos y olvidamos las muchas situaciones vividas con otras personas, sobre todo el hecho de si aquellos a quienes ofendimos o dañamos nos perdonaron o no, y si tal vez sufren por ello aun. Pero lo cierto es que lo que no está perdonado permanece, sigue existiendo, incluso si lo hemos olvidado, pues todo es energía que no desaparece mientras no se supera, por lo tanto cada descarrío del ego sin superar sigue acumulado y esperando; pues todo está pesado y medido. ¿Pero quien lleva la cuenta, donde se anota y qué se anota?
Los que llevan la cuenta son los astros del macrocosmos material y del macrocosmos invisible. Ellos cuentan y graban sólo lo que cada persona deposita en sus sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y obras es decir lo que realmente somos, no lo que fingimos ser. También en el alma de cada persona queda todo grabado y ese grabado a más tardar después de la muerte, se pone de manifiesto en los correspondientes lugares de estancia del alma.
En el camino de purificación, de poner en orden lo que hicimos mal, se transforman las envolturas energéticas, se vuelven más finas y luminosas segun el alma va saldando su culpa. Así el cuerpo anímico se vuelve más fino e irradia una envoltura más fina, más luminosa, y camina hacia planetas más elevados, donde tiene que reconocer y superar cosas nuevas. En su peregrinaje es acompañada y aconsejada por seres más elevados.
Todo lo que el alma luminosa reconoce y supera, es siempre la energía que cargó sobre ella el ser humano que antes fue. Cuando se termina esa fase de purificación, esa energía es transformada por el poderoso Espíritu eterno en la energía que es propia de esa constelación planetaria. Por fin lo que hubo de humano inferior está ya dejado, superado y olvidado. El alma sigue caminando paso a paso por el camino del olvido hasta que su cuerpo anímico adopte de nuevo la irradiación de su verdadero ser original. El alma entonces ya no es más alma, se ha convertido en un ser puro, un ser espiritual que regresa al Hogar eterno, al Reino de Dios, a sus raíces originarias.
De regreso en la Existencia universal al ser divino nada le resulta desconocido. El ser espiritual está de nuevo entre sus hermanos y hermanas en la eterna casa del Padre. Entonces lo que fue antaño, las turbulencias netamente humanas están no sólo dejadas, sino también olvidadas. Es como si ese hijo, esa hija nunca hubiesen estado lejos de casa. En el Reino de Dios no hay tiempo, no existe lo pasajero; todo es en una Unidad. Jesús de Nazaret hace 2000 años ya nos comunicó esto cuando dijo: «En la Casa de Mi Padre hay muchas moradas vacías. Si no fuese así ¿no os habría dicho que os precedo para prepararos un lugar?"
Radio Santec
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