Estimados amigos:
Les envíamos estos dos artículos en la semana 6 de 2012, para que los publiquen en su medio de comunicación. Le agradezco por su colaboración.
Saludos de Mª José Navarro
DNI: 24764815W
La vida palpita debajo de nuestro ego
Las Iglesias enseñan que la fe por sí sola es suficiente. Pero no es así y la prueba está ante nosotros: ¿Han mejorado este mundo las incontables misas durante siglos?, ¿De qué han servido los muchos santos a los que los fieles rezan?, ¿Está la gente más sana? ¿Está sana la Madre Tierra? ¿Es pacífico el ser humano?
Preguntemos: ¿De qué han servido las innumerables misas y las muchas oraciones de los creyentes? Poco o nada si se considera el sufrimiento en este mundo. Pero Jesús no fundó ninguna iglesia, tampoco habló de misas repetitivas cargadas de rituales y liturgia pero sin contenido interno.
Lo que Jesús dijo en aquel entonces lo ha estado manifestando nuevamente en la actualidad desde hace más de 35 años a través de la palabra profética a través de Gabriele. El siguiente párrafo lo ilustra: «Siendo Jesús enseñé a las personas que fueran a un aposento tranquilo en el que pudieran estar a solas con Dios, su Padre eterno. Este lugar tranquilo en la actualidad es más necesario que nunca, pues este mundo se ha vuelto cada vez más ruidoso agitado y brutal. También la naturaleza ofrece sosiego e interiorización a las personas que quieren dirigirse al interior, al Espíritu Cristo que Soy Yo en el Padre. Quien se esfuerza por llegar a Dios y estar a solas con El y con Su creación, experimenta en la naturaleza, lejos del barullo y del estrépito ruidoso del ego humano, la vida que palpita, El Espíritu del infinito.»
Vida Universal
¿Tenemos las personas realmente un aura?
Tras la muerte, el cuerpo astral sale de la envoltura mortuoria «el ser humano». El cuerpo astral es un cuerpo invisible que sobrevive a la muerte del ser humano y es calificado también de alma. El fluido energético que en su día había rodeado al ser humano y que ahora es la irradiación del alma, también es denominado aura o corona. El aura de un ser humano se compone de energías de diversas tonalidades de color, que giran, en elipses de irradiación, tanto alrededor del ser humano como –después de los días terrenales del individuo- alrededor de su alma desencarnada.
Las diversas tonalidades de color del aura en las almas desencarnadas se componen de fuerzas energéticas. Éstas son el contenido de los sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y obras del ser humano de antaño, que al instante se reflejaban en su envoltura de irradiación y ahora forman la corona del alma.
El aura cambia cada instante, y esto sucede a diario. Dicho con otras palabras: el aura, la corona del ser humano, está sometida constantemente a cambios, ello se debe a los incesantes sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos de la persona. Lo que por consiguiente el ser humano introduce en sus sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos es lo que le marca a él y a su alma. El reflejo global de ello es el aura.
Tras el fallecimiento del ser humano el alma se retira del cuerpo. Ella está marcada por todo lo que el ser humano ahora fallecido ha introducido de negativo en su interior, porque las introducciones, las formas de comportamiento del que fue un ser humano, están también registradas en el alma. Estos rasgos específicos forman entonces la impronta del alma y su aura, su fluido.
El ser humano puede diariamente y a cada instante actualizar y posicionar su comportamiento, dándose por tanto un nuevo rumbo, decidiéndose por seguir un estilo de vida positivo o negativo. Lo positivo que el ser humano pone en práctica en su forma de pensar y de vivir, le hace más pacífico e interiorizado, y a su alma más luminosa. Pero también lo negativo marca al ser humano, sólo que nublando su consciencia y oscureciendo su alma. Lo luminoso y lo oscuro son el resultado de las formas de comportamiento del ser humano, las pautas que se reflejan en las tonalidades de color del aura.
Basado en el programa de TV: "La reencarnación"
Radio Santec
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