domingo, 15 de abril de 2012

Artículos de opinión


 

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¿De dónde vienen los miedos?

 

 

 

Se podría decir de forma general que los miedos vienen de antiguas experiencias desagradables o negativas, por ejemplo fracasos, golpes del destino, preocupaciones, sufrimientos, decepciones y desavenencias que la persona temerosa aún no ha superado o perdonado. Aunque también el miedo puede venir de las capas del alma, en las cuales hay todavía algo que no ha sido expiado. El que siente temor no debería tildarlo simplemente de superfluo pensando que podría venir de vidas anteriores, puesto que la vida de cada uno es una totalidad. No hay separación entre aquí y allí, entre el pasado cargado y el presente. El pasado afecta al presente, en tanto aún haya algo que no haya sido expiado.

 

El miedo como tal puede ser también un indicativo de que el pasado, lo que no ha sido reparado, empieza a aparecer y ahora tiene que ser purificado. Realmente no es otra cosa que un complejo de pensamientos en el que, bajo ciertas circunstancias, se manifiestan envidia, codicia, odio y celos. Estos pensamientos, palabras y obras aun no reparados, que tal vez tuvieron lugar en vidas pasadas, afectan ahora al alma y al hombre y quieren advertirle de que tiene que reparar lo que está pendiente.

 

Temor, manifestaciones de la conciencia o pensamientos negativos pueden ser a menudo advertencias que quieren mover a la persona a perdonar lo que ha reconocido. Quien reconoce y acepta estas advertencias, aquel que purifica lo reconocido, camina por un camino más luminoso y ya no tendrá que sufrir o soportar muchas cosas.

             

 

Vida Universal

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El Ser Humano. Un enorme emisor

El diálogo universal de las partículas elementales

 

Cada ser humano y su alma son una enorme emisora que emite y recibe. Esto es igualmente válido para el alma desencarnada, es decir aquella que ya no habita un cuerpo humano. Todo aquello que el ser humano piensa, siente y hace tiene una energía determinada, es el potencial de emisión y recepción que el ser humano constantemente graba y actualiza. A través de éste, la persona recibe cada instante indicaciones provenientes de su potencial de registro, es decir del lugar de registro donde está grabado y acumulado todo lo que un día pensó, habló, hizo o sintió. Estas indicaciones quieren llamar su atención para purifique. Lo que significa que la tarea para cada uno es poner en orden en esta existencia aquello que no sirve al bien común, a la unidad, a la paz ni a la libertad, como por ejemplo nuestros comportamientos egoístas que no beneficiaron a nuestro entorno, que dañaron a las personas a los animales y a la naturaleza.

 

No existe interrupción en los procesos de emitir y recibir, tampoco cuando el cuerpo astral, el alma del ser humano, está desencarnado. En cuanto el cuerpo ha fallecido, sucede lo mismo: el alma emite su fluido, sus frecuencias y recibe lo que precisamente es activo en el alma, es decir, es actual.

 

De forma similar a como lo fue su ser humano, también el alma desencarnada será estimulada a eliminar lo excesivamente humano, sus infracciones –las personas hablamos de pecados– contra la ley cósmica del amor a Dios y al prójimo. Correspondientemente a lo que es activo en ese momento, es decir haya que purificar, se desarrollan en el alma las respectivas imágenes, provenientes de las introducciones del que fue su ser humano. Podría decirse que dichas imágenes dan a entender al alma cuáles fueron los procesos pecaminosos a través de los que su ser humano obtuvo sus cargas. Las imágenes muestran luz y sombras, estimulando con ello al alma a reconocer lo pecaminoso, a arrepentirse de ello y purificarlo. Así el alma razonable y de buena voluntad puede poner en el orden legítimo lo que está pendiente de ser superado.

 

Las personas que creen en una vida después de la muerte y en un Ser superior, no importa si lo llamamos Creador o Dios, deberían ser conscientes de que este mundo no está separado del Más allá. El físico nuclear francés Jean Charon (1920-1998) habló de un «diálogo universal de las partículas elementales», donde se observa lo que los místicos han descrito desde tiempos inmemoriales como amor divino omnipresente. Así Dios ya no es un Creador separado de Su Creación pues Él está en ella, y este mundo y el Más allá no estarían tan separados como creemos.

 

Del programa de TV: "Horror astral 1"

 

 

Radio Santec

Ana Saez Ramirez

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