lunes, 18 de junio de 2012

Artículos de opinión


 

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Las sutilezas paganas de Constantino

 

El Padre de la Iglesia Atanasio afirmaba que Jesús de Nazaret era una encarnación de Dios. Para un romano como Constantino esto era algo conocido ya que los romanos conocían un solo Dios principal, Júpiter. Por eso Constantino se decidió por la creencia de que Cristo en Jesús, era «verdadero Dios proveniente del verdadero Dios». Su adversario, Arrio, representaba por su parte la idea, como lo creían los cristianos originarios, de que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios, que estaba pleno en Dios pero que no era idéntico a Dios. Pero la maniobra del emperador todavía forma hoy parte del credo de la Iglesia católica que los fieles repiten cada domingo.

Los cristianos originarios en la actualidad saben gracias a la Palabra profética dada en nuestra época que Jesús de Nazaret vino a esta Tierra como el Hijo de Dios para traer el reino de Paz, y que estaba lleno del Espíritu de Su Padre, de Dios. Durante siglos siguió existiendo el llamado cristianismo arriano, pero la fe de la Iglesia católica romana sigue hoy marcada por la decisión de Constantino.

Jesús estaba pleno de Dios pero no era Dios. Él era el enviado del Padre y estaba lleno del Espíritu del Padre. Esto vivificaba y vivifica el cristianismo originario. Se puede decir claramente que el culto de misterios es culto pagano; Constantino estaba impregnado de el y los actos de la casta sacerdotal actual son su herencia, la que recubrió la creencia en el Dios único.

 

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Los experimentos en animales sirven de poco

 

 

 

Muchos animales son criados para investigación porque hay científicos que opinan que los animales no sienten. Con ello los científicos insensibles persiguen investigar determinadas enfermedades o probar la reacción de medicamentos de nueva creación analizando cómo reaccionan los animales. Cuando los hombres reaccionan es que sienten, también cuando los animales reaccionan es que sienten. Ellos sienten sufrimiento, dolor y también miedo ante la muerte antinatural.

 

El hombre se ha hecho culpable a causa de su comportamiento contrario a las leyes cósmicas eternas. La culpa es la siembra del culpable. Ella entró y entra en su alma. El que ha sembrado y siembra, recogerá a su vez aquello que sembró en el campo de su alma. La simiente se abre primero en su alma e irradia después al cuerpo. Los efectos pueden ser enfermedades, padecimientos, golpes del destino, soledad, abandono y muchas cosas más, según lo que el hombre haya sembrado. ¿Qué culpa tiene entonces el animal inocente si el hombre se autodestruye por sus propias causas, por su siembra negativa?

 

¿Pueden servir de algo los experimentos con animales cuando las causas de la enfermedad del hombre no se encuentran en su cuerpo, si no en su alma, que es desde donde fluye la enfermedad? Un medicamento que ha sido testado en un animal y ha sido aceptado, no puede curar la causa en el alma del hombre, por ello ningún medicamento proporcionará ayuda de trascendencia para el cuerpo, puesto que las causas se encuentran en el alma.

 

 

Vida Universal

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