domingo, 3 de febrero de 2013

Artículos de opinión

Les envío estos dos artículo de la semana 6 de 2013, para que lo publiquen en su medio de comunicación. Le agradezco por su colaboración.

Saludos de Mª José Navarro

DNI: 24764815W


¿Canoniza la Iglesia con acierto?

 

 

 

Cuando en el año 324 el Emperador Constantino absorbió el cristianismo y lo convirtió en religión estatal por motivos tácticos y políticos, se produjo una poderosa y nueva alianza entre estado y religión, que lucho con saña contra los verdaderos seguidores de Jesús de Nazaret. Dichos seguidores, como hoy día se sabe, eran vegetarianos lo que en aquella época los convertía directamente en herejes con un futuro poco halagüeño.

 

Constantino jugó un papel crucial en el alejamiento entre la recién fundada iglesia y las verdaderas enseñanzas del amor a Dios y al prójimo que trajo Jesús, una triste separación de los principios de igualdad, libertad, unidad, hermandad y justicia que trajo el Nazareno como base del cristianismo.

 

Se podría decir que fueron verdaderas campañas de destrucción las que acontecieron. Las peores carnicerías contra personas pacificas cuya única "falta" consistía en su esfuerzo en cumplir en sus vidas diarias aquello que enseñó Jesús, por ejemplo no matar animales ni comer su carne. Los cristianos originarios de los primeros siglos fueron perseguidos y exterminados por no doblegarse a la voluntad pagana de los sacerdotes, quienes ahora se hacían llamar cristianos. Ellos sin embargo se habían decidido por obedecer la palabra profética de Cristo, la Palabra interna que fluía entre algunos de ellos en las primeras comunidades cristianas.

 

Para elevar este pseudo-cristianismo a religión estatal, a pesar de que ya no tenía nada que ver con las enseñanzas de Jesús, la iglesia católica canonizó a Constantino quien a pesar de todo continuaba guerreando. Sin embargo a los seguidores de Jesús de Nazaret que querían permanecer fieles a sus ideales pacíficos, se les obligó bajo amenazas y tortura a guerrear a favor del emperador. Se cuenta que a los que no quería comer carne les vertían plomo fundido en la garganta.

 

Debido a la persecución de cristianos y a su exterminio el cristianismo de los orígenes prácticamente se extinguió. Se obligó oficialmente a los cristianos a cumplir el servicio militar, a comer carne y a beber alcohol. Los que lo hacían se libraban de ser perseguidos.

 

El teólogo alemán Karlheinz Deschner en su libro "Historia criminal del cristianismo" se hace eco de las palabras de Percy Bysse sobre Constantino: "Ese monstruo, ese bruto de sangre gélida, ese hipócrita cortó el cuello a su hijo, estranguló a su mujer, asesinó a su suegro y a su cuñado y mantuvo en su corte a una pandilla de sacerdotes sanguinarios y mojigatos. Uno sólo habría bastado para instigar a una mitad de la humanidad a que matase a la otra mitad".

 

 

Emisor Tierra y hombre

José Vicente Cobo

45277997j

www.erde-und-mensch.org

 

 

 

 

 

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