La vitamina D más allá del círculo mágico de latitudes
El instituto alemán Robert-Koch ha realizado un interesante estudio del que resulta que más del 50% de la población tiene un nivel demasiado bajo de vitamina D. Hoy se sabe que existe un nivel mínimo de dicha vitamina para no padecer raquitismo, sin embargo la concentración óptima debería ser incluso algo mayor, aproximadamente 30 nanogramos por mililitro de suero sanguíneo, medida que rara vez de alcanza. Aunque sólo si alcanzamos dicha concentración podemos asegurarnos una buena salud para nuestros huesos.
La vitamina D, que realmente es una hormona, actúa en los receptores de vitamina D que se hallan prácticamente en cada órgano del cuerpo, lo que viene a significar que éstos tienen un sentido y por lo tanto su importancia para la salud. La vitamina D regula numerosos tejidos, sistemas y órganos, actuando también en el cerebro, en el sistema inmunitario, en la piel, páncreas y músculos, actúa en el núcleo celular e influye en la decodificación de determinados genes. La vitamina D es extremadamente importante para el buen funcionamiento del organismo pues se trata de una hormona reguladora.
En la Tierra existe lo que se denomina un círculo mágico de latitudes, el paralelo 42, en el que están entre otras ciudades Roma y Boston, pues bien, más al norte del paralelo 42 la radiación ultravioleta en invierno es muy escasa. Por lo que en Centroeuropa y Norteamérica se registra una carencia de vitamina D. Lo que indica que es cierto que el sol fija la vitamina D y la ausencia de éste influye negativamente en sus niveles. Por lo que a pesar de que los dermatólogos advierten de que tomar baños de sol en la actualidad es peligroso, en lo posible deberíamos encontrar un punto medio sensato, es decir, con diez minutos al día es suficiente para sintetizar vitamina D. Una exposición de diez minutos con los brazos y la cara al descubierto son suficientes, teniendo precaución de evitar las horas en las que el sol irradia con más intensidad.
Que duda cabe de que el ser humano tiende a destruir aquello que en realidad le hace bien. La capa protectora de la atmosfera ya no nos protege como debiera, lo que nos obliga a protegernos más que hace unos años. Incluso hay voces que recomiendan mantenernos ocultos o tapados, sobre todo en los países donde el sol brilla con más intensidad, lo que mirado bien no es tan normal, máxime cuando esto nos puede hacer enfermar. Sin embargo el sentido común ha de primar.
Ante la carencia de vitamina D, algunos especialistas aconsejan la ingesta de aceite de hígado de bacalao, lo que en la actualidad queda en entredicho y cuestionado por otras fuentes. Según un informe relativo a la pesca realizado por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), en aproximadamente 40 años no habrá peces que pescar, por lo que sería más acertado dejar de dañar la vida marina puesto que dicho preparado se confecciona a base de aceite de ballena o hígado de bacalao. En su lugar se recomienda tomar complementos alimenticios o concentrados de vitamina D, lo que nos garantiza un aumento muy fiable de la concentración de dicha vitamina en el organismo humano.
Radio Santec
Ana Sáez Ramirez
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Cada uno es su propio juez
A diario se oye sobre el comportamiento cruel del ser humano, el que no sólo cría a los animales en minúsculos establos de engorde, en guetos, sino que fuera de su ciclo reproductor los incita una y otra vez a la reproducción mediante fecundación artificial, para disponer de la máxima cantidad de crías destinadas a la producción de carne y leche. Esta crueldad como tantas, supera toda sensatez. El hombre se ha convertido en enemigo de su propia naturaleza, pues la fuerza de vida, la vida de los animales es como esencia y fuerza, una parte de su propia sustancia espiritual.
El hombre es el enemigo de todo lo que forma parte de la unidad divina, también de los animales en los bosques y campos. El placer de matar y reventar a los animales se tapa con la supuesta necesidad de evitar la superpoblación. También para la tala de los árboles, da igual que estén o no en plena savia, el hombre siempre tiene una justificación.
Pitágoras habló de la ley de causa y efecto, que la humanidad está sufriendo hoy más que nunca. ¨Él dijo entre otras cosas: "Lo que el hombre haga a los animales, le será pagado con la misma moneda". Esto no acontece por el Derecho y ley terrenales, sino que cada cual es su juez. El mismo se juzga según sus obras en tanto éstas hayan estado en contra de las criaturas de Dios y de Su Creación, si en el tiempo transcurrido no han sido reparadas.
Vida Universal
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