La teoría de la evolución ¿ideología o ciencia?
Galilei fue el primero que desmitificó o secularizó el sagrado mundo de los cielos, con lo que de pronto ese tema ya no concernía a la Iglesia, si no que a partir de ese momento correspondía a las ciencias naturales. Newton fue el que, debido al descubrimiento de la gravedad, de algún modo le quitó a la Iglesia el cosmos de las manos. Darwin fue el descubridor de la Teoría evolucionista, según la cual el hombre no es la cumbre de la Creación, sino una especie entre otras, lo que no gustó a la Iglesia. En aquel tiempo había otras opiniones eclesiales a rebatir, por ejemplo sobre la edad de la Tierra. De hecho el arzobispo anglicano de Irlanda James Ussher calculó con exactitud la cronología de los hechos históricos y dijo que la Tierra surgió el 23 de octubre del año 4004 antes de Cristo. Lo interesante es que en esa misma época también se descubrieron los primeros fósiles, lo que una vez enfrentados a esos cálculos cronológicos, puso de manifiesto lo absurdo de los estudios de Ussher, así que se alargó la edad de la Tierra a 75.000 años. (Hoy se sabe que la Tierra tiene una edad de 4.500 millones de años)
Darwin en su tiempo también tuvo un conflicto con la Iglesia cuando presentó la teoría de la evolución, enfrentada diametralmente a la teoría creacionista, la que dice que el origen de la vida hay que interpretarlo según la historia bíblica de la Creación. Una corriente que cuenta con un enorme arraigo en USA, y que incluso en la era Bush se intentó establecer como asignatura de biología en las escuelas, o bien como tema en clases de biología. Sin embargo en el año 2008 la iglesia anglicana de Inglaterra se disculpó por haber combatido el darwinismo en su tiempo. Pero el bisnieto de Darwin, Andrew Darwin, sin embargo, calificó esta disculpa de absurda, puesto que se sabía que en realidad se trataba de una lucha de poder dentro de la iglesia anglicana, no siendo un arrepentimiento sincero al tratarse más bien de política eclesial.
Por lo que respecta a la Iglesia católica, se puede decir que en 1996 el Papa Juan Pablo II reconoció públicamente que la teoría de la evolución era una mera especulación. Luego hubo un movimiento liderado por el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn, quien en 2005 atacó la teoría de la evolución, diciendo que era ideología y no ciencia. El Papa Benedicto XVI también se posicionó contra la teoría de la evolución, afirmando que esta no es una teoría científica completamente desarrollada, porque a fin de cuentas aún no se ha demostrado. En base a estos pocos datos de entre los muchos que se podían haber seleccionado, cualquier lector, cualquier ciudadano de a pie se preguntará: ¿Cuál es el motivo de tanta resistencia? ¿Por qué le cuesta tanto a la Iglesia reconocer los descubrimientos científicos? Estimado lector, saque usted sus propias conclusiones, nosotros ya lo hemos hecho, en la certeza de que hoy por hoy ya se puede afirmar, en contra de lo que se ha creído durante cientos de años, que Dios y la ciencia no están tan alejados.
Mª José Navarro (24764815W)
Del Programa: La Iglesia y la ciencia, una historia de oportunismo y discordia
¿Debería ir a los pobres la asignación estatal a la Iglesia?
En relación al problema del hambre existen en la actualidad muchas asociaciones y oenegés que piden donativos para ayudar a paliar el hambre en el mundo, también hay muchas personas solidarias, sin embargo son muchos los enigmas e interrogantes que existen alrededor de este tema, por ejemplo ¿dónde va este dinero? ¿Son estos donativos realmente una ayuda ante tanta necesidad? ¿De dónde se podría obtener realmente más? ¿Hay posibilidades para poder ayudar de una forma real a los que pasan hambre? Una respuesta general es que los donativos para paliar el hambre en el mundo son solo ayudas en situaciones de emergencias. En realidad se deberían ayudar a los países subdesarrollados a través de ayudas al desarrollo, para que éstos luego se puedan ayudar a sí mismos.
Por poner un ejemplo, el gobierno alemán dispone 14.000 millones de Euros para ayudar al desarrollo en los países pobres. Curiosamente la misma cantidad que anualmente pone a disposición de la inmensamente rica Iglesia católica. En el caso de la Iglesia española la cantidad asignada supera los 11.000 millones ¿Pero en la delicada situación económica que se encuentra Europa, es realmente acertado y correcto este dispendio de dinero público justo en países que se declaran constitucionalmente laicos? Ciertamente muchos millones de españoles y alemanes preferirían que dicho dinero fuera a parar a quien realmente lo necesita, como son las personas que pasan hambre, sed o sufren enfermedades. Casos que han ido en aumento desde el comienzo de la crisis en gran parte de Europa.
José Vicente Cobo (45277997j)
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