domingo, 14 de febrero de 2016

Artículos de opinión



¿Estamos ante la sexta extinción masiva de especies?

 

 

 

¿Sabían ustedes que nos encontramos en medio de una extinción masiva de proporciones épicas? En el mes de agosto del pasado año empezó a circular por las redacciones de todos los medios de comunicación, una noticia que da escalofríos y cuyo titular podría ser: "Ha comenzado la sexta extinción masiva". Se trata de un informe sobre una tragedia de consecuencias inimaginable y que está ocurriendo ante nuestros ojos.

 

Científicos de la Universidad Autónoma de México han realizado un estudio, en el que han evaluado los datos sobre la extinción de vertebrados en todo el mundo en los últimos quinientos años. Los investigadores compararon los resultados obtenidos con la que podría haber sido una extinción natural, es decir sin la influencia del ser humano, y el resultado es que desde el año 1900 se deberían haber extinguido 9 especies de vertebrados de modo natural, sin embargo la realidad es otra, se trata de 468 especies.

 

El que la muerte de la naturaleza sea silenciosa, es decir que la muerte de miles de animales y plantas sea muda, es lo que nos hace vivir en el engaño de que no es para tanto. Hubo suficientes advertencias, pero todas cayeron en saco roto en las últimas décadas y se desperdició un tiempo valioso para corregir el curso de los acontecimientos.

 

El ser humano es el "rey de la creación" quien supuestamente puede someter a todas las formas de vida, pero en realidad nadie puede arrogarse el derecho de matar a otras formas de vida. Toda la naturaleza, incluidos nosotros los seres humanos, formamos un gran colectivo, una comunidad con un mismo destino. Esto es algo que ahora empezamos a ver de forma cada vez más dramática.

 

Jesús de Nazaret, el maestro del pacifismo, enseñó que debemos proteger toda vida y que no debemos matar de forma deliberada. Él también vino por la naturaleza y los animales. Hoy sabemos que lo que Él enseñó no eran prohibiciones, sino ayudas para tratar de forma justa la vida que nos rodea. Y cada vez se ve con mayor claridad que en Su enseñanza sencilla se encuentra la solución también para la situación tan seria en la que nos encontramos. Y aunque sea mucho lo que se haya perdido, la Regla de Oro de Jesús de Nazaret sigue teniendo validez: Lo que queramos que otros nos hagan a nosotros, eso deberíamos hacer nosotros primero a ellos, también a la naturaleza. O sea que cuanto más protejamos activamente y fomentemos conscientemente la naturaleza, tanto mejor, lo que en ultima instancia nos beneficia tambien a nosotros mismos.

 

Ha llegado el momento en que no nos queda otra opción que dispensar un trato de mayor calidad a la naturaleza, en especial a nuestro prójimo animal y vegetal, pues ellos también son parte de la naturaleza. Un momento de la historia de la humanidad en la que "el rey de la creación" no brilla preciamente por su altruista forma de actuar, más bien habría que decir que estamos literalmente serrando la rama del árbol sobre la que estamos sentados.  

 

 

 

Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)

De la serie: „El espiritu libre"

www.radio-santec.com

 

 

 

¿Se puede vivir, sentir y captar más?

 

Las personas que sacrifican lo inferior en sí mismos experimentan la grandeza interna y tienen una visión amplia y profunda de las cosas externas. La persona se siente feliz desde el interior, porque está cada vez más unida con la fuente de la existencia. El trabajo se hace mejor y tiene éxito en la profesión, que no la usa para destacar su ego, sino para ayudar a que otros avancen y mejoren. Tiene grandeza interna y se provee de la fuente de la sabiduría universal y del amor de Dios.

La conciencia de una persona tal es amplia. Capta muchas cosas externas. Empieza a intuir los pensamientos del prójimo porque ya no necesita exhibirse, ni darse importancia, pues tiene grandeza interna. Siente con profundidad en una conversación o lectura. Y de todo puede extraer lo oculto para otros, para quienes no están dispuestos al sacrificio. Ve más profundamente. Vive más. Siente, experimenta y capta que como ser del amor divino está en todo, en la naturaleza, en los animales, en el núcleo del Ser en el alma de cada hombre. Siente el contenido de lo que se dice en una conversación y en los procesos de trabajo, y sabe lo que hay que hacer, lo que hay que decir, cómo puede ayudar al prójimo. Si el otro acepta o no la ayuda, eso se lo deja a quien él con tacto y comprensión quería servir y ayudar. Por lo tanto, sacrificamos la estrechez y recibimos la amplitud, que es el infinito.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: "La nueva era del Cristo de Dios"

www.editorialvidauniversal.com

 

 

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