domingo, 7 de agosto de 2016

Artículos de opinión

La Tierra se aproxima a un colapso nunca visto

 

 

 

El planeta Tierra sería un verdadero paraíso si cada vez más seres humanos vivieran en armonía con sus criaturas hermanas, los animales, y con la naturaleza, con los reinos vegetales y minerales, con toda la madre Tierra. ¿Y por qué no es así? Porque para ello  necesitaríamos buena disposición, humildad y entrega a la verdadera vida que carece de tiempo y espacio.

 

Desgraciadamente muchos seres humanos viven en el desvarío de creer que son la corona de la Creación, y que con la bendición eclesiástico-religiosa podrán seguir sometiendo la Tierra para sí. La mecha de la soberbia y de la arrogancia humana ya ha sido encendida, y la Tierra vivirá un colapso hasta ahora nunca visto causado por la obstinación del ser humano.

 

El delirio del autoritarismo intelectual no conoce ni la humildad ni el respeto por la vida universal, ni por la Creación ni por el Creador. Los reinos de la naturaleza, los animales, las plantas, los minerales, toda la Tierra en sí permanecen como unidad con su Creador, Dios, sólo el hombre se ha separado de Dios y de Su Creación.

 

El ser humano se permite hacer experimentos con animales para sacar conclusiones de cuán lejos puede llegar jugando a ser creador. Pero quien esté aprisionado en la alucinación de que los animales son productos inferiores de la naturaleza que están al servicio del hombre polifacético, se equivoca. Cada animalito en el Espíritu creador, el ser vivo más diminuto, el gusano, el escarabajo, el microbio, sabe de la Palabra del SER, de la Palabra del Universo. La Palabra del Creador está en las especies de los reinos vegetal y mineral. Toda la Tierra está alentada por Él.

 

El sufrimiento animal bajo el látigo humano es indescriptible. A las criaturas de Dios se las tortura, se las mantiene en establos estrechos, se las utiliza como animales útiles, se las entrega al carnicero para arrancarles la vida brutalmente. Los cazadores persiguen y matan a tiros a los animales silvestres en los campos y bosques, y a los animales en los mares, ríos y lagos les ocurre algo semejante. Los animales claman a su Creador suplicando ser liberados. El hombre es al fin y al cabo el causante del sufrimiento y de la destrucción de la madre Tierra. Pero suceda lo que suceda la Palabra del Creador permanece en la criatura torturada, permanece en la naturaleza y en los minerales, permanece por tanto en comunicación con el SER universal DIOS.

 

De esta forma cuando se escucha que cada ser vivo, por muy pequeñito que sea, es mantenido por su Creador y está en contacto con Él, se puede uno hacer una idea de cómo se sienten los animales y las plantas en la Tierra con nosotros los seres humanos. Qué duda cabe de que somos nosotros los seres humanos quienes podemos aprender de los animales y no a la inversa.

 

 

Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)

De la publicación: El Océano universal de Dios 1ª parte

www.editorialvidauniversal.com

 

 

Los dogmas católicos no conducen al cielo

 

 

Ninguna energía se pierde. Esto también tiene validez en lo referente al fallecimiento de una persona, pues en base a su vida terrenal, es decir, en base a los contenidos de su forma de sentir, pensar, hablar y actuar, tras la muerte el alma será atraída por los ámbitos correspondientes del Más allá que concuerdan con la conducta que tuvo el ser humano. Deseos, pensamientos, ideas y opiniones forman la matriz energética del nuevo lugar de permanencia del alma en el Más allá. No son las moradas de las que habló Jesús, son más bien los calabozos de la consciencia fabricados por uno mismo, que corresponden al mundo de imágenes y al carácter de la actitud interna con que el hombre cargó su alma durante sus días terrenales.

 

Cuando la persona fallece el alma se encuentra en el lugar que le corresponde según su evolución, es decir según su nivel de conciencia, ya que la absolución del cura no conduce a ningún alma al cielo. De hecho en estos universos paralelos se consuman procesos semejantes a los de la Tierra. Así en estos ámbitos se reúnen también los llamados canonizados, beatos y santos, también los miembros del clero donde permanecen hasta que reconocen que a la existencia eterna, al Reino de Dios, es posible llegar únicamente practicando las legitimidades de los Cielos, no los dogmas católicos. Una vez reconocido esto tienen la posibilidad de proponerse alcanzar el Reino de Dios, el hogar del que un día partió el alma.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

Del programa: "La Reencarnación" que se emite porSophiaTV América

          www.radio-santec.com

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