¿Qué gran verdad fue ocultada en la Biblia?
La creencia de volver a nacer es tan antigua como la humanidad. Más de la mitad de la humanidad considera como una cosa totalmente natural la ley de Causa y efecto, así como el pensamiento de que uno se pueda encarnar varias veces. Esto se encuentra en todos los círculos culturales –en ningún caso únicamente en Oriente como muchos creen.
El pensamiento de la reencarnación fue parte de la filosofía griega, existía en Egipto y hubo y hay una y otra vez grandes espíritus, poetas y filósofos que con toda naturalidad parten del pensamiento de que podemos vivir a menudo en la Tierra para purificarnos.
En los tiempos de Jesús el pensamiento de la reencarnación se encontraba también en la creencia popular judía. Sin embargo la poderosa Iglesia en formación, que Jesús de Nazaret no fundó, seleccionó textos alrededor de finales del siglo I, dejando no obstante otros de lado. Sólo a finales del siglo IV se concluyó este proceso selectivo.
Jerónimo,que fue el escritor de la Biblia, recibió en el año 383 el encargo del Papa Dámaso I de redactar en latín un texto bíblico unificado. Así fue como surgió la llamada Vulgata, la Biblia latina que hasta la actualidad es ofrecida al pueblo de buena fe como la verdadera palabra de Dios. Pero Jerónimo tenía a su disposición cualquier cosa menos una base textual unitaria. Para hacernos una idea de la dificultad de su trabajo habría que decir que actualmente se conocen cerca de 4.860 manuscritos griegos del Nuevo Testamento, de los cuales no hay dos que concuerden. Algunos teólogos cuentan cerca de 100.000 variantes diferentes. Jerónimo, que durante su trabajo alteró más o menos 3.500 párrafos en los evangelios, escribió en su tiempo al Papa: «¿No habrá por lo menos uno, que a mí no me califique a gritos de falsificador y sacrílego religioso, porque tuve la osadía de agregar, modificar o corregir algunas cosas en los viejos libros, los evangelios?».
Pero ¿qué eliminó, qué agregó y que cambió Jerónimo?, en especial el conocimiento sobre la reencarnación, el conocimiento sobre la preexistencia del alma. Jerónimo sabía muy bien que la reencarnación formaba parte de la enseñanza cristiana de los primeros tiempos. En una carta él escribió sobre el maestro de la sabiduría del cristianismo antiguo, Orígenes diciendo que según su enseñanza el alma del ser humano «cambia su cuerpo». Y en otra carta se encuentra la declaración: «Desde los primeros tiempos la enseñanza del regresar se predicó como una fe transmitida por la tradición».
Por suerte, y a pesar de las muchas manipulaciones de los textos bíblicos, han quedado aún algunas cosas que se pueden leer entre líneas, y que al lector atento le pueden dar una cierta idea del hecho de la reencarnación y de la preexistencia del alma. En el Libro de la Sabiduría (Sabiduría 8, 19) leemos que Salomón, el autor de esta parte de la Biblia, dice de sí mismo: «Yo era un niño talentoso y había recibido un alma buena, o mejor dicho: bueno, como yo era, llegué a un cuerpo puro».
Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)
De la Publicación: "Reencarnación. Un don de gracia de la vida"
Destacado: "En los tiempos de Jesús la reencarnación se encontraba también en la creencia popular judía"
Cada persona se ha impuesto su propio sello
Ninguna energía se pierde, tampoco la de nuestros pensamientos, palabras o formas de actuar. De esta forma, tal como las energías sean, positivas o negativas, tienen su efecto posterior, ya que con dicha energía imprimimos "sellos" a nuestra alma. Estos sellos permanecen en el alma también después de la muerte.
Sin embargo también en la reencarnación encontramos la gran misericordia de Dios, ya que en la vida recibimos impulsos para que nos arrepintamos y poder purificar así las cargas negativas creadas, antes de que vuelvan como efectos a nosotros y surja una desgracia, quizás una enfermedad. Afrontar y poner en orden lo que nos muestra el día hace que las cargas en el alma se disuelvan a tiempo y no caigamos en un golpe del destino.
Ésta es la enseñanza optimista que da esperanza y que fue enseñada en el siglo III d.c. por Orígenes. La misma que en el Concilio de Constantinopla fue condenada y maldecida. No sólo aquella que decía que el alma ya existía antes de su nacimiento, sino también su optimismo sobre que al final todo terminará bien, que todo volverá a Dios. Esto también lo condenó la Iglesia para poder atemorizar a sus fieles con un infierno, algo incompatible con el Dios del amor que no desea mal alguno a ninguno de Sus hijos.
Mª José Navarro (24764815W)
Del programa: "La Reencarnación" que se emite por Sophia TV América
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