domingo, 4 de diciembre de 2016

Artículos de opinión



¿Despierta un supervolcán?

 

 

 

En la actualidad se sabe que a través de las fosas oceánicas emerge magma desde el interior de la Tierra,  con lo que se va formando nuevo suelo oceánico casi ininterrumpidamente, algo que haría que Tierra fuera cada vez más grande si sucediera sin compensación. Sin embargo esto no es así, puesto que por el otro flanco la vieja corteza oceánica se sumerge bajo los continentes o bajo las placas, lo que se llama zonas de subducción. En estas zonas toda la tectónica terrestre es muy inestable lo que da lugar a frecuentes erupciones volcánicas y terremotos. La mayoría de los 1350 volcanes activos que existen en la Tierra se encuentran efectivamente sobre los márgenes de las placas continentales.

 

Cuando el magma emerge se liberan gases que generan una presión desde el interior, los gases tienden a subir pudiendo hacer explotar el cráter y la chimenea volcánica. El grado de violencia de una erupción volcánica no depende sólo de cuanta materia expulsa sino que naturalmente también depende de su forma y constitución y de cuántas personas habitan los entornos. Un ejemplo lo tenemos en el volcán colombiano Nevado del Ruiz, que tras una erupción en Noviembre de 1985 mató a 25.000 personas, a pesar de que la erupción fue pequeña. Sin embargo esta provocó un alud de barro que sepultó a poblaciones y ciudades enteras.

 

¿Pero qué sabe la humanidad sobre las grandes erupciones volcánicas provocadas por los supervolcanes, y sobre las que podrían volver a repetirse? El periódico alemán Spiegel Online de 2008 publicó lo siguiente: "Los supervolcanes constituyen la catástrofe natural más poderosa y violenta. Una erupción puede ser tan destructiva como la colisión de un meteorito con la Tierra." Ciertamente un supervolcán puede expulsar más de 750 Km cúbicos de material rocoso a la superficie terrestre, y existen 4 sitios donde ya han tenido lugar esos supervolcanes que son de una dimensión gigantesca: Yellowstone en EEUU, Long Valley en California, el Toba en Sumatra y el Taupo en la isla norte de Nueva Zelanda.

 

Por ejemplo el volcán de Yellowstone tiene una cámara de Magma que abarca 60 km de longitud, 40 Km de anchura y 10 Km de altura, donde caben 24.000 Km. cúbicos de magma. Si entrara en erupción, en un radio de 200 Km. no llegaría la luz del sol, y caería una capa de medio metro de ceniza en 300 Km. a la redonda, además de que la temperatura a nivel mundial descendería entre 4 y 10 grados. Una catástrofe natural de dimensiones gigantescas que podría tener lugar en el plazo de años o decenios.

 

Pero no existen supervolcanes sólo en Estados Unidos, también los hay en Europa. La publicación FOCUS Online cuestionaba lo siguiente en 2006: "¿Despierta un supervolcán? Los datos del satélite de observación de la Tierra EADS NV SAT, de la agencia espacial europea han comprobado que el suelo en torno a la región volcánica de Nápoles ha ascendió unos 2.8 cm. La última erupción esta fechada en el 1538, y actualmente vuelve a haber señales de una nueva actividad volcánica."

 

 

Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)

Del programa: "Terremotos y volcanes. La Tierra vive"

www.radio-santec.com

 

Cuando los pensamientos se convierten el peligrosos robots

 

 

 

Si tenemos miedo a enfermedades, preocupaciones y sufrimiento degradamos las energías positivas volviéndolas negativas, con ello creamos nuestras formas de pensamientos destructivas, unos peligrosos robots que somos nosotros mismos. Hagámonos por tanto conscientes de que el peligro no viene de fuera, viene de nosotros mismos y nos influencia a nosotros mismos.

 

Sepa que sólo puede recaer sobre nosotros aquello que tenemos en nosotros. Aunque en el mundo acechen aún muchos peligros, si no tenemos algo igual o parecido en nosotros, tampoco atraeremos esos peligros, no pueden hacernos nada, salvo que para ello hayamos creado la fuerza de atracción en nuestra alma.

 

Con nuestros pensamientos negativos podemos hacer surgir en nuestro cuerpo enfermedades o provocar sufrimientos y golpes del destino. Pero  a través de una forma positiva de sentir, pensar, hablar y obrar producimos en nosotros salud, armonía interna, alegría, paz, felicidad y satisfacción. Vemos por tanto que los pensamientos son fuerzas, que retornan a nosotros, el emisor.

 

En este contexto entendemos la ley de siembra y cosecha, que significa que cada causa tiene su efecto, y comprendemos por tanto que únicamente nosotros somos los causantes de nuestras enfermedades, sufrimientos y golpes del destino, no nuestros semejantes o tal vez Dios. Estimado lector sepa que cuando no damos la vuelta a tiempo, el destino sigue su curso. Por eso propóngase una vida basada en una ética y moral más elevada, y sepa que el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret es la clave para una vida feliz en esta Tierra.

 

 

José Vicente Cobo (45277997j)

Basado en el programa: "El Sermón de la Montaña" que se emite por Sophia TV América

www.radio-santec.com

 

 

 

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