domingo, 2 de abril de 2017

Artículos de opinión


 

¿Puede un cura realmente perdonar los pecados?

Toda persona busca modelos ejemplares que seguir, también ideales sobre los que construir su vida, especialmente la juventud. ¿Pero qué modelo sería más apropiado para una persona que Jesús, el Cristo? Sin embargo qué ídolo es colocado realmente hoy sobre un pedestal por la Iglesia institucional, el denominado «Santo padre», el Papa, quien tan pronto como termina de celebrar alguno de sus cultos rituales, se marcha a sus ricos aposentos en los que poder comer alguna de las criaturas animales ricamente aderezadas. Pero los animales son nuestros semejantes, nuestros hermanos menores. Entre otras muchas cosas esto caracteriza al ídolo, en contraposición al ideal espiritual que es Jesús de Nazaret, quien durante su vida no solo fue vegetariano, sino también amigo de los animales.

¿Pero qué dijo Jesús al respecto?: «En el camino de tu vida hacia Dios, nuestro Padre eterno, deberías saber que ninguna persona puede quitar los pros y contras de otra persona. Tampoco ningún sacerdote ni pastor pueden quitarte lo que tú te has impuesto libremente como pecado, pues ellos mismos son igualmente pecadores y como pecadores únicamente pueden perdonar a quienes hayan pecado contra ellos. El hombre es absolutamente libre de hacer o de no hacer, como prefiera, pues recibió del poderoso Creador como balanza para sopesar: su forma de pensar y obrar, una conciencia y el entendimiento, y adicionalmente unas pautas para medir y sopesar que son los Mandamientos de Dios y las sabidurías divinas de vida que enseñé y sigo enseñando Yo, el Cristo de Dios. Éstas pautas muestran que el ser humano es por sí mismo responsable de sus actos y también de lo que se abstiene de hacer».

Tal vez más de uno no quiere hacerse cargo de esta responsabilidad por sí mismo. Para ello deja y entrega su forma de pensar y obrar en manos de un cura, tal vez incluso en las del denominado «Santo padre». Sin embargo Jesús el Cristo dijo: «...ningún sacerdote ni pastor pueden quitarte lo que tú te has impuesto libremente, pues ellos mismos son igualmente pecadores y como pecadores únicamente pueden perdonar a quienes hayan pecado contra ellos».

El día muestra a cada persona aquello que debe hacer, aquello que debe poner en orden con el prójimo, también lo que hay que arreglar o perdonar. Por eso es tan importante para nosotros hacernos una y otra vez la pregunta: ¿Aprovecho el día? Pues yo mismo soy el responsable por todo lo que hago o dejo de hacer cada día. Y si por lo tanto yo mismo soy el único responsable ningún hombre, ni siquiera si se denomina cura, sacerdote o incluso «Santo padre» me puede ayudar. El único que realmente me ayuda y no se aparta nunca de mí es el Espíritu de Dios, el Cristo de Dios. Si me retiro a un aposento tranquilo donde poder rezar y unirme en oración con Dios, allí descubro que Él desea acompañarme, que Él está conmigo durante el día, durante toda mi existencia.

Estimado lector recuerda que mediante la regla de oro para la vida que dice: «No hagas a nadie aquello que no te gustaría que te hicieran a ti», Cristo nos ayuda a realizar lo que nos hace libres y felices, aquello que verdaderamente nos hace vivir y que nos da vida.

 

José Vicente Cobo (45277997j)

De la publicación: «Más cerca de Dios en ti»

www.editorialgabriele.com

¿Qué me pasará cuando muera?

El ser humano no es otra cosa que una especie de vestido para su alma, formado por muchas capas. Una solidificación que reluce y cambia de matices según sea la carga del alma. Por eso los caracteres de los seres humanos son tan diferentes, ya que cada persona tiene sus propias cargas.

Después de la muerte, el alma pasa a los ámbitos del más allá. Si va a niveles inferiores porque está muy cargada, entonces se encuentra aún en la rueda de la reencarnación, del nacer y morir repetidamente. Si se ha tornado más luminosa asciende a niveles más altos, a los llamados niveles de preparación, para dirigirse paso a paso al Hogar eterno.

Ninguna energía se pierde, tampoco la energía de nuestros pensamientos, palabras o formas de actuar. Las energías que hemos emitido ya sean positivas o negativas tienen un efecto en nosotros mismos, pues con ellas hemos impreso un sello en nuestra alma. Este sello o grabado energético permanece en el alma también después de la muerte. De hecho cada alma está envuelta por todos los grabados que como hombre realizó y a estas envolturas las llamamos «vestidos» del alma.

¿Pero cómo salimos del ciclo de morir y nacer, de permanecer al otro lado en los reinos de las almas, de volver a nacer y de volver a morir? El Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret es la clave, la norma de conducta ideal para nuestra forma de pensar y de vivir cada día.

 

Mª José Navarro (24764815W)

Del programa: "La Reencarnación"

www.radio-santec.com

 

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