¡Aprovecha el instante! ¡Aprovecha el día!
Cada ser humano y cada alma es un microcosmos en el macrocosmos universal. Los caminos de cada ser humano y también los de cada alma son completamente diferentes a todos los demás, porque cada ser humano se programa cada día a sí mismo y a su alma en el pro y contra personal. Por eso cada persona recorre su camino pasando por los altibajos de su existencia, y su alma con ella. Más tarde, después de abandonar su envoltura física, después de la muerte del cuerpo, el alma va a las correspondientes constelaciones planetarias del macrocosmos material, luego al cosmos de sustancia más sutil, hasta que finalmente llega al hogar, al Reino de Dios, al macrocosmos absoluto de sustancia totalmente sutil. Según sea el caso, se trata de un largo camino cósmico de peregrinaje.
Al alma también le es posible interrumpir por sí misma su camino de peregrinaje directo para ir de nuevo a una encarnación, a un nuevo nacimiento como ser humano, pues todo ser humano, toda alma tiene el libre albedrío. Por consiguiente toda persona determina por sí misma su evolución en base a su conducta a favor o en contra de la ley cósmica eternamente universal, que es la vida, y también el desarrollo de su alma. Todos los detalles que están contra la ley cósmica, contra la vida, cargan el alma de cada cual, pero también su cuerpo físico. De ello de derivan golpes del destino, necesidades y enfermedades, según sea la intensidad de las culpas.
Pero por encima de todo está la misericordia de Dios que dice: «Aprovecha el instante. Aprovecha el día, y reconoce tus formas de comportamiento, arrepiéntete de ellas y purifícalas, repara lo que aún es posible y en adelante no repitas nada igual o parecido». Esto vale para los contenidos de todos nuestros sentimientos, pensamientos, palabras y obras, para todos los deseos dañinos como vicios, explotación, violación, e incluso del querer aprovecharse de los demás.
Mª José Navarro (24764815W)
De la publicación: "El camino del olvido"
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Mis obras acompañarán algún día a mi alma
No deberíamos dejarnos engañar por las beaterías hipócritas de las que se leen en más de un epitafio y que dicen cosas como estas: "Reposa junto a Dios" o "Ya ha hallado la paz". No crea tampoco en los sonoros sermones del sacerdote que ante la tumba ponen el teatral punto final, diciendo: "Dios ha devuelto a Fulano al Hogar".
En el Apocalipsis de San Juan está escrito: "Luego oí una voz que decía desde el Cielo: dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, sí, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, porque sus obras les acompañan". Pero ¿
C
uáles son esas obras que acompañan al alma? En muchísimas ocasiones son los malos actos que están esperando ser purificados. Es así de sencillo: ¡tras el fallecimiento, el alma es lo que antes fue su ser humano! No se ha vuelto divina tan sólo por fallecer.
Tras el fallecimiento del cuerpo físico las obras del ser humano permanecen en su alma como correspondiente impronta, a menos que la persona haya reconocido a tiempo su comportamiento negativo, muchas veces bestial y sus vicios y los haya remediado dando los pasos que Jesús de Nazaret indicó: "Ponte en seguida a buenas con tu adversario mientras vayas aún de camino con él, no sea que te entregue al alguacil y este al juez, y termines en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo".
Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)
Del libro: "Horror astral"
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