domingo, 26 de enero de 2014

Artículos de opinión

 

¿Cómo evitar las pequeñas y grandes guerras?

Actualmente la vida diaria no se caracteriza precisamente por la paz. Son muchos los conflictos armados que continuamente sacuden a pueblos y naciones, sin olvidar las peleas y enfrentamientos que en la vida diaria cada uno pueda tener. ¿Y cómo salir de nuestro comportamiento belicoso?, ¿cómo situarnos por encima de los pensamientos que nos hacen estar contra los demás?, ¿cómo liberar la cabeza de las tensiones que dan lugar a enfrentamientos?

Existe un aspecto importante que puede ayudarnos en la vida diaria a tener éxito al respecto: el auto-cuestionarse, la observancia de uno mismo por ejemplo con la pregunta ¿cómo me comporto durante el día? Sí realmente analizamos las situaciones que han sucedido en el día, nuestro comportamiento, y sí miramos con algo de distancia qué es lo que acaba de pasar, qué acabo de contestar a la otra persona, podré descubrir que son casi siempre las mismas o parecidas cosas las que me enfadan, las que me alteran hasta incluso hacerme subir por las paredes.

Sí por ejemplo me altera una persona que siempre quiere tenerlo todo a toda costa, o que quiere darse importancia, me podría preguntar: ¿quiero yo también tenerlo todo y darme importancia?, puedo comenzar a trabajar en esos puntos. Es decir, primero me cuestiono a mí mismo y me observo con sinceridad, entonces dejaré de querer buscar mi viga en el ojo del prójimo y la buscaré en el mío. Después puedo hablar con la otra persona y aclarar la situación, pero primero me miro a mí y descubro mi parte. Esto surge de la autoobservación y del cuestionarse a uno mismo. Jesús de Nazaret solía hablar en parábolas, en imágenes, para que las personas pudiéramos comprenderle. Con la parábola de la viga nos mostró cual es el camino para descubrir que tenemos cosas parecidas o iguales a las que criticamos en los demás.

¿Cómo es posible que veamos en el otro con tanta nitidez su pequeña parte y no seamos capaces de ver que somos mucho peor?, ¿por qué nos altera tanto la actitud o el comportamiento de los demás?, porque en nosotros está lo mismo en mayor o menor medida, se trata de la ley de la analogía, una gran oportunidad para mirar y aprender sobre lo que tenemos que reconocer en nosotros mismos. La parábola continua: "saca la viga de tu ojo y luego ayuda a tu hermano a sacar la paja del suyo"; esto normalmente lo hacemos al revés, abatimos a nuestro vecino, pareja o compañero con argumentos que en definitiva nos impiden vernos a nosotros mismos, creyendo que además le estamos ayudando. De eso se deducen peleas y discusiones, lo que en definitiva no deja de ser el comienzo de una guerra.

Radio Santec

Ana Sáez Ramirez

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Cuando en la vida ha quedado solo un vacío

Mientras no desarrollemos nuestro ser espiritual tampoco alcanzaremos estabilidad interna, iremos "dando tumbos", a la búsqueda de nuevas personas, nuevos puestos de trabajo o nuevos grupos, ya que seguiremos estando convencidos que podrían habernos satisfecho aquello que anhelamos. Pero mientras no seamos fieles a nosotros mismos y no desarrollemos nuestro verdadero yo, esperaremos siempre de nuestro prójimo lo que no tenemos. Así en el otoño de nuestra vida nos encontraremos con las manos vacías, pero con una abundante experiencia negativa que habrá generado una especie de telaraña formada por incontables nudos e hilos que tenemos que deshacer, ya sea como almas en los ámbitos de purificación o nuevamente en la Tierra en posteriores encarnaciones.

Quien no da frutos maduros, quien no ha aprovechado su verano, tampoco alcanzará soberanía en el otoño, será un viejo infantil que mira retrospectivamente su existencia terrenal humanamente espectacular y que rememora una y otra vez, tal vez para recibir de alguna persona más joven el reconocimiento por sus desenfrenados apetitos que no han dado buenos frutos de amor a Dios y al prójimo, si no sólo al Yo-yo-yo en la red de los sentimientos, anhelos, pasiones, apetitos instintivos e ir de una persona a otra, de un lugar de trabajo a otro, de una comunidad a otra. Y ¿qué ha quedado? Un vacío, una vida que no se ha cumplido, una existencia avejentada que gira en torno a sí mismo. Tal como fue con esa persona en la primavera y en el verano, será en el otoño.

Vida Universal

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