La NASA llega 30 años tarde
El efecto invernadero actúa en la atmósfera y por ende en el planeta Tierra, de la misma forma que lo hace un invernadero tradicional con el que se consigue conservar el calor y la humedad para que no escape al exterior. Un proceso, que lejos de ser negativo, es de vital importancia para la vida en la Tierra, puesto que sin este efecto invernadero, la Tierra sería 30º Celsius más fría que ahora, con lo que toda la Tierra estaría congelada y no sería posible la vida. Lo alarmante es que hemos llegado a un punto en el que la superficie terrestre no debería seguir calentándose más.
Los vacunos generan gran cantidad de metano debido al proceso de fermentación del alimento ingerido: 170 litros por res y día, habiendo quienes afirman que sería más correcto hablar de 300 litros, unos 44 kilos al año. Si en la Tierra existen unos 1.500 millones de vacas y 1.200 de ovejas, la cantidad generada alcanzaría unos 80 millones de toneladas, lo que sumado al que se genera por los excrementos, descomposición de materia orgánica, extracción y combustión de gas natural etc..., la cifra puede ser alarmante. De hecho la NASA ya ha reconocido que el proceso de descongelación de los polos es irreversible, pero ¿sabe acaso la humanidad que este proceso supondrá un escenario de caos y sufrimiento sin igual en la Tierra? Posiblemente aún no.
Sin embargo siempre hubo advertencias al respecto. Siendo una de ellas la que queremos destacar hoy, pues vino desde lo más alto, del Espíritu de Dios, quien hace ya muchos años a través de Su profeta y enviada, Gabriele, advirtió a la humanidad de que debería elegir una forma diferente de vivir, cambiar su forma de conducirse antes de que la catástrofe climática, producida por el ser humano, se cerniera sobre la humanidad. Algunas líneas arrojan luz al respecto: « La atmósfera de la Tierra es el mapa del mundo. Y en verdad os digo que tiene mal aspecto, pues hay grandes superficies que ya están oscuras. El estado actual indica lo que realmente sucederá en la Tierra, un caos sin igual. Aquí y allá la tierra se seca y arde. Los seres humanos sufren lo indecible bajo estas influencias. En las ciudades y en lugares diferentes brotan epidemias. ¿Quién se pregunta ya por ellas? ¿Quién reflexiona hoy sobre ello? El desierto se va extendiendo más y más.»
Advertencias como estas procedentes «desde lo más alto» han estado siempre al acceso de todas las personas desde hace más de 30 años. Tampoco a los científicos que advierten por su parte también desde hace diez o veinte años se les ha hecho caso. ¿Por qué no? Sin duda porque el ser humano no quiere cambiar sus hábitos. Pero qué duda cabe de que se podrían haber reducido las emisiones de metano desde hace algunos años, y con ello haber evitado lo que ya es irreversible, la solución era y es sencilla y al alcance de todos: hacerse vegetarianos.
Mª José Navarro
Del programa: «El metano: ¿asesino del clima o portador de esperanza?»
Si la Tierra enferma, el hombre también lo hará
La Tierra, el gran ente terrestre, es maltratada diariamente por el hombre. En sentido figurado ella posee sus órganos y su aparato circulatorio: los mares, los lagos y ríos, las venas de agua, los campos magnéticos terrestres, el polo norte y el polo sur, los reinos de la naturaleza y otras cosas más. En sentido figurado esto significa que el ser humano está haciendo constantemente "trasplantes de órganos" sobre y bajo la Tierra. Los efectos los está experimentando mucha gente a diario en los diferentes continentes.
Cada continente tiene su campo magnético especial, que de acuerdo con sus metales allí acumulados, minerales y riquezas del subsuelo, emite vibraciones que son transmitidas por las corrientes magnéticas a toda la Tierra y a todo lo que vive en ella, a los hombres, animales, plantas y piedras. Si se intercambian enormes cantidades de riquezas del subsuelo entre los continentes y por su parte son transformadas, es decir, preparadas, elaboradas y utilizadas correspondientes, entonces se altera la intensidad de irradiación de los continentes de los cuales fueron extraídas y en aquellos en los que son almacenadas o utilizadas.
Lo que no es eficaz para el hombre tampoco es provechoso para la Tierra. Y lo que no es provechoso para la vida en la Tierra, tampoco es eficaz para el hombre. El ser humano es sin más remedio un producto de esta Tierra y por consiguiente idéntico a ella. Si la Tierra está enferma, el producto, el hombre, también enfermará.
Maximiliano Corradi
www.editorialvidauniversal.org
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