¡Olvídese!, usted no es ningún súper-dios
Cada vez más personas reconocen en la actualidad que el ser humano ni es el rey de la creación ni el genio de la naturaleza. El ser humano realmente se ha convertido en una perfecta máquina de destruir y explotar, que además ve como normal repartirse la Tierra como si de un pastel se tratara. Sin embargo por encima de él está el Espíritu Creador, la Unidad. Permitamos por unos minutos que la Sabiduría omniabarcante, de la que ya apenas se habla en nuestro mundo consumista, estresado y materialista, sea la maestra y nosotros los alumnos. Si permitimos que la Sabiduría omniabarcante sea la maestra y nosotros sus alumnos, podremos descubrir lo mucho que aún tenemos que aprender para percibir qué es la Unidad. Con la Sabiduría como maestra nos reconoceremos a nosotros mismos y reconoceremos la grandeza del universo y del infinito.
El ser humano habla muy a menudo de secretos, pero en el Principio creador de Dios no hay secretos ni misterios. Somos los seres humanos los secretistas, somos nosotros quienes nos instalamos con impertinencia sobre nuestro prójimo y principalmente sobre nuestras criaturas hermanas, los animales, a quienes consideramos como seres inferiores.
Si por suerte usted no se ve a sí mismo como un súper-dios trate de pensar por un momento de otro modo, con el fin de percibir los reinos de la naturaleza como parte de esa unidad en donde los animales, las plantas y toda la Madre Tierra podrían ser nuestros instructores. Aprenderemos también que desde la Comunicación universal fluye cada día para cada ser humano una tarea específica de enseñanza, que lo quiere estimular a que avance en el desarrollo espiritual.
Posiblemente usted tampoco sepa que a través de unos momentos al día de meditación u oración, se nos pueden dar muchas sugerencias sobre nosotros mismos. Pero si usted reza, rece en silencio y perciba en su interior cómo se quiere desarrollar la oración en usted. Durante la oración respire tranquila y profundamente, en la consciencia de que usted está rodeado por el Espíritu eterno, Dios. En la oración silenciosa uno puede descubrir muchas cosas sobre uno mismo.
También si usted va a pie al trabajo o a comprar, o cuando se sube al coche, hágase consciente de que Dios el Eterno es omnipresente. Precisamente durante un paseo agradable usted podrá captar muchas cosas sobre sí mismo a través de sus pensamientos, por ejemplo si el viento lo acaricia, si los árboles se inclinan, o si usted capta el caminar rápido de un animal. Pues todo, absolutamente todo nos quiere decir algo, por eso estimado lector sepa de la importancia de vivir en el presente, en el instante, ya que si estamos despiertos, es decir concentrados y no dispersos en pensamientos vacíos, podremos captar los pasos de aprendizaje que a usted, o lo tranquilizan y amplían su consciencia, o bien lo conmueve
Mª José Navarro (24764815W)
Del Programa: «La Biblioteca cósmica omniabarcante»
¿Qué enseñó Orígenes, el maestro de la antigüedad?
Frecuentemente se califica a Orígenes como el cristiano originario más conocido de su tiempo. ¿Pero quién fue y qué enseñó sobre la reencarnación? Orígenes y su enseñanza se cuentan como pertenecientes al cristianismo originario. Según esta enseñanza todos los seres racionales tienen su origen en Dios y son eternos porque Dios es eterno. Orígenes enseñaba que las almas ya existían antes de encarnar en un cuerpo, y esa es la condición más importante para el hecho de la reencarnación, también que todas las almas regresarán a Dios, su Padre. Pero contrariamente a esto las iglesias dicen que en el cristianismo originario no se enseñaba la reencarnación, y niegan que todas las almas puedan regresar a Dios, negando también la preexistencia del alma. Cuando en realidad a la reencarnación sólo se la puede calificar como un grandísimo don de misericordia.
Orígenes, el maestro cristiano originario de la antigüedad divulgó la enseñanza de Jesús y habló de ello exhaustivamente, aunque en la actualidad sólo se conserven fragmentos de su enseñanza. En el siglo III d.C. escribió que los judíos de Jerusalén, con los que Jesús hablaba en Su tiempo, conocían la reencarnación.
Hoy sabemos a través de la profecía para el tiempo actual que cuando el alma aún no es absolutamente perfecta, es decir, de sustancia completamente sutil, tiende a ir correspondientemente a planetas que la atraen, y donde el alma tendrá temporalmente su lugar de estancia hasta que se produzca un grado mayor de purificación, es decir, más elevado. Entonces tendrá lugar el siguiente paso.
Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)
Del programa: La reencarnación 4
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