domingo, 10 de septiembre de 2017

Artículos de opinión


Ejercítese en aprender y así avivará la juventud en su vejez


 

Aceptar la edad significa no volverse viejo. Pues quien en la juventud y en la mitad de su vida reflexiona conscientemente sobre los valores más elevados de la vida, aspirando también a ellos, en la vejez seguirá siendo dinámico y juvenil. El ser humano es al fin y al cabo un cuerpo de pensamientos, lo que significa que en aquello que piensa usted una y otra vez, en eso se convertirá.


El volverse viejo comienza con el quejarse mucho de lo penosa que es la vida terrenal: que si pasa muy deprisa, que si los bienes acumulados se desvanecen demasiado rápido, que si la existencia también se desvanece y al final de la vida uno está solo, que si este o aquel destrozó lo bello que había en mi vida, que si la juventud fue muy dulce pero corta etc. Pero reflexione: los lamentos  y quejas de una persona así sólo se refieren a lo temporal.


Estimado lector sepa que quien únicamente gira en torno a sí mismo, ese es viejo, no importa cuántos años tenga. Las personas que sólo se ocupan de sí mismas no han vivido su vida ni en la juventud ni en la mitad de su vida. Se han dejado llevar por sus pensamientos, por sus deseos, añoranzas, ideas y pasiones, y día tras día desde la mañana a la noche han estado ocupados sólo de sí mismas y de sus mecanismos de conquistas materiales.


La edad en años no debería asociarse a la vejez, pues una persona de edad puede cumplirse muchas cosas si en su juventud tuvo en sus manos las riendas de su vida. Si desde el corazón uno pudiera dirigirse a su juventud, podríamos decirle: "Aprovecha cada etapa de la vida para tu crecimiento y madurez espiritual, pues madurez espiritual significa que en la vejez tendrás felicidad y una vida con sentido".


A la persona que en su juventud y hacia la mitad de su vida haya aspirado a una formación más elevada de su carácter, también le resultará posible cortar en la vejez la rosa de su vida, lo que significa surtirse cada día más del manantial de la vida, pues la vejez vivida no conocer renuncias, sino el cumplimiento de la vida. Las personas de edad ejercitadas en aprender, hacen que en la vejez se aviven los tiempos valiosos y hermosos de la juventud, que las conducen cada vez más hacia el interior, hacia el hogar eterno.


En algún momento cada uno de nosotros sentirá y comprenderá que sólo somos huéspedes en esta Tierra, que no podemos guardar ni conservar nada porque para cada uno de nosotros llegará la hora en la que tendrá que dejarlo todo, la riqueza pero también la pobreza. Sólo la vida verdadera vivida tiene significado, no así el placer por la vida terrenal.


El rendimiento del cuerpo va cediendo con los años, esto es una ley natural. Sin embargo el espíritu permanece despierto y permanece vivo en lo más interno de la persona. Quien no haya dejado nunca de exigirse a sí mismo, considerando y aceptando los acontecimientos del día como tareas y como pasos de aprendizaje, en la edad avanzada encontrará una renovación espiritual y experimentará la realidad, con la que se gana vida. Sepa que nunca es demasiado tarde para encontrar lo bueno en sí mismo, en sí misma, pues la vida no viene del exterior sino del interior. La verdadera vida nos regala paz y certeza interna que enriquecen la calidad de vida de la persona. El entender, analizar y vivir el día otorga seguridad interna y fascinación. Este es el camino hacia el Reino de Dios, pues toda persona es solo huésped en esta Tierra.


 


José Vicente Cobo (45277997j)


De la publicación: "Mucha, mucha vida"


www.editorialgabriele.com


Tu "mala suerte" no tienen nada que ver con el azar


A muchos animales se les cría para experimentar con ellos en los laboratorios porque los científicos son de la opinión de que los animales no poseen la capacidad de sentir. Con ello se persigue investigar determinadas enfermedades o probar en animales la reacción de nuevos medicamentos, y analizar así cómo reaccionan a los mismos. Pero estemos atentos, ya que desde hace tiempo se sabe que cuando los hombres reaccionan es porque sienten, por lo que cuando los animales reaccionan es que también sienten. Ellos de forma similar a nosotros sienten, sufren y tienen miedo ante la muerte antinatural.


El hombre se ha hecho culpable a causa de su comportamiento contrario a las leyes cósmicas eternas, es decir ha sembrado y siembra a cada instante a través de sus pensamientos, palabras y formas de comportamiento, motivo por el cual recogerá aquello que ha sembrado en el campo de su alma. La simiente se abrirá primero en su alma e irradiará después a su cuerpo. Los efectos que se hacen notar en el cuerpo del hombre pueden ser enfermedades, padecimientos, golpes del destino, soledad, abandono, penurias y muchas cosas más, es decir los padecimientos humanos nada tienen que ver con el azar ni con un Dios malvado o arbitrario, tienen que ver con nuestro comportamiento. ¿Qué culpa tiene entonces el animal inocente si el hombre se autodestruye por sus propias causas, por su siembra negativa?


¿Pueden servir de algo los experimentos en animales cuando las causas de la enfermedad del hombre no se encuentran en su cuerpo, sino en su alma que es desde donde fluye la enfermedad? Un medicamento testado en el cuerpo de un animal y aceptado como bueno no puede curar la causa en el alma del hombre. Por ello ningún medicamento proporcionará sanación verdadera y definitiva, puesto que las causas se encuentran en el alma. Este es el motivo por el cual Jesús de Nazaret sanaba a los enfermos y luego les decía: «Tus pecados te son perdonados, ve y a partir de ahora no peques más»


 


 


Teresa Antequera Cerverón (73891412-W)


De la publicación: "Tú, el animal. Tú, el hombre"


www.editorialvidauniversal.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario