domingo, 30 de diciembre de 2012

Artículo de opinión


 

¿Año nuevo y persona nueva?

 

Un nuevo año, una nueva vida ¿pero también una nueva persona?. Lo cierto es que sin la nueva vida no podremos llegar a ser esa nueva persona soñada. Tengamos en cuenta que la vida con mayúsculas está siempre presente, no conoce pasado ni futuro, la vida es la existencia eterna, es la fuerza y la creación de Dios. Por lo tanto si queremos comenzar una vida nueva, deberíamos proponernos cambiar en nosotros aspectos poco nobles, quizás demasiado bajos para transformarnos después en personas conscientes de esa vida con mayúsculas, que es Dios. Sepa que la vida nueva no conoce ni odio ni enemistad, la vida nueva es el amor a Dios y al prójimo.

En la siguiente frase se encuentra contenido el amor al prójimo y a toda la Creación y podría ser el primer gran paso a proponernos: "Lo que no quieras que te hagan a ti, no se lo hagas a tu prójimo". El prójimo son las otras personas, pero también los animales, las plantas, sí toda la Madre Tierra, porque ella es quien nos alimenta. La Tierra es por tanto una gran parte de nosotros.

Una vida nueva significa entregarse a Dios, pero habrá quien diga ¿existe Dios? Muchas personas se han alejado de El y en sus sombras están sus pecados. El polo opuesto es la luz que se halla en el cumplimiento de los Mandamientos de Dios y de las enseñanzas de Jesús en Su Sermón de la Montaña. Aprendamos a ocuparnos y a cumplir algunos aspectos de ambas legitimidades, por ejemplo: hacer las paces con el prójimo, mirar a los animales más a menudo a los ojos, sentir los sufrimientos de la Madre Tierra, volvernos más desinteresados. Todo esto nos ayuda a reflexionar sobre la verdadera vida, sobre la vida nueva, que al fin y al cabo siempre vuelve a ser la vida en Dios.

Muchas personas dicen: Yo creo en Dios, pero no Le siento. Lo que no es de extrañar puesto que la fe por sí sola no nos hace avanzar, la fe por sí sola no nos hace sentir ni experimentar la vida nueva. Para ello hemos que hacernos conscientes, hemos de esforzarnos en cumplir una y otra vez los Mandamientos, en hacer resucitar en nosotros poco a poco de nuevo el Padrenuestro, preguntándonos: ¿Cumplo lo que rezo? Así podremos transformarnos en personas que se entregan paso a paso a la vida nueva y se orientan hacia la luz cuando disuelven las sombras de los pecados con el arrepentimiento interno de aquello que cada uno ha causado con sus pensamientos, sus palabras y su comportamiento. Entonces el arrepentimiento nos conducirá al pedir perdón y al perdonar, y el siguiente paso consiste en la reparación del daño hecho. Este es el camino que trae la paz, la felicidad y la salud a este mundo.

 

Radio Santec

Jose Vicente Cobo

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